miércoles, 6 de marzo de 2013

UN INSURGENTE DE NUESTRO TIEMPO

Chavez era un militar latinoamericano, con la formación y las limitaciones de un militar latinoamericano, pero no se quedó allí. No era el rebelde intelectual, humanista e ilustrado que nos hubiera gustado, pero lo valioso es que se trascendió a si mismo. De ser el militar formado para obedecer a los poderes factuales que nos atenazan y asfixian, avanzó hacia el militar rebelde que se hace cargo del sufrimiento y de las necesidades de su pueblo e intenta remediarlos. Y su poder surgió y fue ratificado por las urnas democráticas, lo que obvian con sospechosa ligereza sus múltiples críticos, dóciles a las señas del imperio y golpistas contra sus propios pueblos cuando hace falta.
Imbuido de su bolivarismo y de su espíritu flamígero y singular, Hugo Chávez pensó el problema de la integración y la unidad latinoamericanas como único medio para salir de nuestra condición de estados neocoloniales, gobernados por poderes fácticos que obedecen a intereses ajenos. Su estilo era tal vez no muy refinado, pero su acción y su mensaje exploraron los caminos por los que nuestro subcontinente deberá avanzar para un día ser plenamente libre. Más que uno de nuestros próceres, quien ha muerto, sin duda, es un hermano actual. Un insurgente de nuestro tiempo, alguien que, con carencias y defectos, se planteó el problema de la dependencia y el sometimiento a un orden que decide por nosotros el destino que merecemos. Así debemos verlo. Su muerte alegra a la derecha cavernaria de todo el continente, pero duele a los pueblos. Esto es lo que cuenta para mí.
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El que en Estados Unidos haya gente como el director Oliver Stone y el actor Sean Penn, que hacen esfuerzos por entender el rumbo que quieren tomar Venezuela y los otros pueblos nuestros, me reconforta y alienta. Vean como Stone pinta a Chávez en este documental:
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