domingo, 16 de octubre de 2011

CELENDÍN, LOS JÓVENES Y LA MINERA

Publicado en la Pag. de Opinión de La República, 15.10.2011.
Por Alfredo Pita
En los últimos días me han escrito mensajes varios jóvenes de Celendín. Es la primera vez que esto me ocurre en años. Son jóvenes que apenas están llegando a la mayoría de edad. Un sentimiento ciudadano, político, los anima, sin embargo. Les preocupa el futuro, el agua, la destrucción de los ecosistemas de la provincia, la amenaza que intuyen, o que ya entrevén, con respecto a la gran transnacional minera que se está implantando en su tierra.
Esta reacción juvenil es algo nuevo y esperanzador. Durante mucho tiempo la gente que se preocupaba por los muchos problemas políticos, urbanísticos, culturales, ecológicos de Celendín eran maestros, artistas, artesanos y otros ejemplares de mi generación, mejor dicho gente ya madura, por decir lo menos (aunque con un entusiasmo que nos hace pensar que seguimos por los veinte años). Nuestro relativo aislamiento nos preocupaba pues teníamos la sensación de que arábamos en el mar, como Bolivar, de que la apatía de los celendinos era de cemento y de que librábamos batalla casi solos, sin relevo en las nuevas generaciones.
Estábamos muy equivocados. Los mensajes de Diana, Javier, Iris, Jorge, Tania, Michael, Nico, muestran que la vida hace su trabajo aunque se tome sus plazos. Los jóvenes de Celendín, en la ciudad misma o en los distritos, en Cajamarca, Trujillo o Lima, donde estén, se han puesto en marcha y están organizando la red consciente, y subconsciente, de la resistencia, usando a fondo las redes sociales, los blogs, twitter y el correo electrónico.
Mis queridos amigos de la asociación Celendín Pueblo Mágico y de Celendín PM pueden estar contentos y orgullosos, pues, su trabajo precursor, ha sido bueno y productivo, han sembrado en la buena tierra y con la buena semilla. Los jóvenes se suman a su batalla para garantizar los resultados, o, por lo menos, para que los depredadores y los corruptos no se la lleven tan fácil. La minera y sus artimañas, las autoridades corruptas, los cómplices y los indiferentes, que lo tengan en cuenta, un movimiento cada vez más amplio y proliferante les hará frente.
Algunos de los jóvenes que me han escrito, tienen dudas en torno a lo que deben hacer. La minera les habla de inversiones fabulosas, de miles puestos de trabajo, de desarrollo. A la vez saben que el agua de la comarca depende de la lluvia pero sobre todo de fuentes, lagunas y humedales de altura que, si son tocados, se destruirá o envenenará sistemas absolutamente frágiles de alimentación hídrica en los valles y bajeras.
Estos jóvenes, que son estudiantes y que leen, saben lo que ha ocurrido en la provincia de Cajamarca y en la misma ciudad capital del departamento, cuya población hoy está tomado agua del cerro Quilish, que creían pura y preservada, y que en realidad está llena de contenidos químicos, pues antes de que llegue a sus casas ha sido usada por la minera.

La laguna celendina Perol, y otras veinte como ella, desaparecerán por acción de la minera, que necesita el agua para lavar el mineral y los químicos que usará masivamente para extraer el oro.

Cajamarca, a mediados de los años 90, en los días del gobierno sangriento y corrupto de Alberto Fujimori, también creyó que la bonanza estaba tocando a su puerta con la llegada de Yanacocha y con la exhibición del primer lingote de oro, brazo en alto, por el dictador nipo-peruano. Es cierto, en los años siguientes, en la ciudad capital, creció la población, se activo la construcción y el comercio, se activó una cierta vida nocturna y aumentó el números de mendigos, delincuentes y prostitutas. Y eso fue todo.
Cajamarca sigue figurando entre los departamentos más pobres del Perú.
Los jóvenes de Celendín sienten, pues, que hay trampa en lo que les ofrecen, que no les dicen todo, que detrás de las promesas doradas algo los amenaza. Y tienen razón. A ellos les digo que no le crean a la minera, a las autoridades corruptas ni a sus agentes solapados. Hay que buscar y hallar vías de desarrollo que no impliquen la destrucción de la tierra.
A ellos les repito lo que ya he dicho en otro sitio: si los codiciosos nos ponen en la disyuntiva de escoger entre el agua que alimenta la vida de nuestros valles y poblaciones, y el oro que las transnacionales sacan para sí, la opción es fácil, votemos por el agua, por la vida nuestra y la vida futura. Los accionistas de las mineras no toman agua de relaves, ténganlo por seguro.
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