tag:blogger.com,1999:blog-64086913390081998662024-02-07T03:57:45.804-08:00CazaSutilNotas, artículos y otros papeles de Alfredo PitaUnknownnoreply@blogger.comBlogger24125tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-1473617267667399502014-09-22T05:21:00.000-07:002019-09-03T05:01:04.760-07:00LA NUEVA NOVELA: RECORTES<div id="fb-root"></div><script>(function(d, s, id) { var js, fjs = d.getElementsByTagName(s)[0]; if (d.getElementById(id)) return; js = d.createElement(s); js.id = id; js.src = "//connect.facebook.net/es_ES/all.js#xfbml=1"; fjs.parentNode.insertBefore(js, fjs); }(document, 'script', 'facebook-jssdk'));</script> <div class="fb-post" data-href="https://www.facebook.com/media/set/?set=a.1466509230287430.1073741828.1452630165008670&type=1" data-width="466"><div class="fb-xfbml-parse-ignore"><a href="https://www.facebook.com/media/set/?set=a.1466509230287430.1073741828.1452630165008670&type=1">una publicación</a> de <a href="https://www.facebook.com/rincondelosmuertos">El rincón de los muertos</a>.</div></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-63423661525606274142014-09-08T08:31:00.000-07:002019-09-03T05:01:04.973-07:00LA NUEVA NOVELA: PRENSA PERUANA<span style="font-size: small;">Diario UNO, Lima, 31 de agosto de 2014</span><br /><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLaRZ7eDakzCDmkGe0zpY42MiQ16FAbuIwBR9w2rbPQZOVoycbjUpiLEWkPIiggZNN5Unbo48qcGzPBJDwoiS3fkzobKg7WAL9F85XUZbK0MGrbtjYtadmIAtEmtE7iWn0ET7DCQVNpb4/s1600/APita+Diario+Uno.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><br /></a></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: x-large;">“Creo en los procesos de exorcismo<br />que uno puede practicar<br />en sí mismo”</span></b></div><br /><b>Marco Fernández</b><br />Redacción<br /><br /><b>La más reciente novela de Alfredo Pita, <i>El rincón de los muertos</i> (Textual, 2014), tiene como título la traducción en español de Ayacucho, ciudad peruana cuyo nombre es referente del esplendor de la música, entre otras artes, pero que también recuerda “un sentimiento genuino de terror y de espanto”.</b><br /><br />El autor de <i>Días de sol y silencio. Arguedas: el tiempo final</i>, considera que “alguna gente piensa que olvidar es sano”, pero él opina todo lo contrario: “Tirar la basura bajo la alfombra es lo peor que podemos hacer, siempre”.<br />Y así es. Ayacucho, donde se vivió con mayor intensidad el fenómeno de la violencia de los grupos armados, estatales o no, desde la aparición del MRTA y Sendero Luminoso, lleva en su nombre un sino fatal.<br /><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiz17FKzAw2zsAWCaZ15fB_Vlfz1WY2kTzPN7KxFoVujRItqb_la5ie74e9V4P_CyiYWdmI_GcBaNvwFSCsv4GiuxffjEv3O9SBAT_DC4I-wL5D4Y-prB2YmrmSzVN9QiTb9a9_0znWwuI/s1600/APita+El+Rincon+Presentacion+2014.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiz17FKzAw2zsAWCaZ15fB_Vlfz1WY2kTzPN7KxFoVujRItqb_la5ie74e9V4P_CyiYWdmI_GcBaNvwFSCsv4GiuxffjEv3O9SBAT_DC4I-wL5D4Y-prB2YmrmSzVN9QiTb9a9_0znWwuI/s1600/APita+El+Rincon+Presentacion+2014.jpg" height="400" width="245" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Alfredo Pita</td></tr></tbody></table><div style="text-align: left;"></div>El libro está dedicado a su padre, a quien le prometió escribirlo, y a los amigos de martirio en Uchuraccay. “Los hechos dramáticos de la historia transcurren en 1991, o sea prácticamente ocho años después de Uchuraccay, pero la tragedia continuaba y necesariamente Uchuraccay está en el telón de fondo”, refiere.<br /><br /><b>—¿Cómo así prometió a su padre este libro?
</b><br />—Hablando de mis planes de escritura, en algún momento, le dije que iba a escribir seguramente de Ayacucho, porque era un tema que me obsesionaba, y él me dijo “Creo que es un deber para ti, es un deber que tú tienes porque has sido testigo. Escríbelo cuanto antes”. Y yo se lo prometí, pero no lo terminé hasta ahora.<br /><br /><b>—Hábleme del narrador, el periodista, de su novela…
</b><br />—Se llama Vicente Blanco y es español. Llega a Ayacucho en 1991 a conocer el horror, pero no lo piensa así. Llega a conocer y a reportear esta guerra de la que se habla tanto en Europa y que le fascina incluso a mucha gente. Una guerra que ha sido lanzada en el Perú por un grupo extraño y misterioso que tiene el nombre de Sendero Luminoso. Muchos periodistas como él llegan en esa época al Perú y llegan a entender rápidamente que se trata de una guerra demente que en las circunstancias del Perú de esa época solamente pudo tener los efectos que tuvo: la locura llamando a la locura en medio de un país violento e injusto lleno de desigualdades y frustraciones. En el momento que llega Vicente Blanco, somos una especie de rompecabezas muy difícil de entender, pero fascinante.<br /><br /><b>—¿Por qué el narrador tiene que ser un europeo y no un peruano? ¿Cómo eligió a un narrador tan distante?
</b><br />—Es una pregunta de cajón para la que no me he preparado, pero te respondo con honestidad. Yo estuve en Ayacucho el año 83, poco después de Uchuraccay, y una de las cosas que me dio esas semanas de reportaje fue mi situación de total orfandad cultural para acercarme realmente a lo que estaba pasando. ¿Y qué me faltaba, si yo era un peruano, un provinciano, un cajamarquino? ¿Te imaginas a un limeño, a un costeño? Uno de los dramas del Perú es ese, somos un país multicultural al que los mismos peruanos nos acercamos con dificultad.<br /><br /><b>—A veces nos sentimos extranjeros dentro de nuestra propia tierra…
</b><br />—Es ese sentimiento: un peruano que va a contar algo sobre Ayacucho tiene una obligación de fidelidad que su propia condición de peruano le impide concretar. Entonces, yo opté porque mi narrador fuese distante y, de algún modo, “inocente”, sin conocimientos y sin culpa ni prejuicios. Que no llegase a Ayacucho a despreciar ni a sentirse culpable, que llegase simplemente a entender, y eso a un peruano de mi época el drama de Ayacucho no se lo permitía fácilmente. Creo que esa es una de las razones por las que opto por mi narrador extranjero que cuenta su historia en primera persona.<br /><br /><b>—Han pasado 30 años más o menos para verla publicada…
</b><br />—Esta novela la comencé a escribir hace doce o trece años y la interrumpí en la primera fase de escritura porque comenzaron a salir una serie de libros sobre la violencia y me pareció, y quién sabe si me he equivocado, que en ese momento se convertía en moda, que había una especie de tendencia a acercarse a la violencia y a la tragedia que había sido Ayacucho con una especie de exotismo y un cierto aprovechamiento. Entonces detuve la escritura de la novela, hacia el año 2004, y he escrito otras cosas mientras tanto. Hace dos o tres años volví a la escritura de la novela.<br /><br /><b>—¿Qué aporta esta novela en comparación a otras que abordan el tema?
</b><br />— Es una pregunta muy difícil de responder. Yo no sé si aporte algo, simplemente me permite a mí cumplir con un proceso necesario de extirpación: la extirpación del mal. Yo he sido testigo del mal; he visto cadáveres todos los días que estuve allá reporteando; he visto los efectos devastadores de la violencia ayacuchana en la sociedad peruana de los ‘80; he visto el dislocamiento no solamente de lo que era la sociedad peruana, sino de lo que era lo mejor de la sociedad peruana de aquella época: el movimiento popular. A comienzos de los años ‘80, el movimiento popular peruano no solamente estaba en auge, sino que era una real posibilidad de un proyecto político. Lo que consiguió la insurrección maoísta fue entronizar en el poder a un grupo de militares fascistas y corruptos que gobernaron junto a Fujimori y que nos han dejado el Perú que estamos viviendo y que es el Perú de antes, solamente que más inicuo, porque cierra cada vez más toda posibilidad de revuelta, de reivindicación, de desarrollo de proyectos políticos populares viables. Entonces, testigo del mal y escritor de ficciones, yo no me podía dedicar tranquilo a otros temas teniendo en mí lo que había visto.<br /><br /><b>—¿Y ha conseguido extirpar el mal?
</b><br />—Yo creo que el mal no se extirpa fácilmente, que no se limpia uno completamente, pero creo en los procesos de exorcismo que uno puede practicar en sí mismo, y creo también en los procesos de exorcismo y salvación que las sociedades deberían practicar colectivamente para librarse de las tragedias que las condenan, que les imponen destinos inviables. Yo amo apasionadamente al Perú. Cuando vengo, tan pronto como puedo, me voy al norte, a Celendín (su tierra natal); pero ya sea en Lima o en Celendín, encuentro con objetividad que la incultura y la corrupción que nos gobiernan tienen los mismos efectos. Si en Lima roba el alcalde, en Celendín también, y allí el alcalde destruye la ciudad. Me parece que desde lejos, observándolo al Perú con amor, veo las cosas terribles que lo hacen inviable, una de ellas es el gran desprecio social y otra la incultura que nos imponen. Casi pareciera que es una cosa planificada.<br /><br /><span style="font-size: large;"><b>Tres tristes epígrafes</b></span></div><div style="text-align: justify;"><br />
Son tres los epígrafes del libro: uno del Apocalipsis, una paráfrasis de una de las expresiones de Jesús en la cruz, y otra de Juan Luis Cipriani, donde el entonces arzobispo de Ayacucho dice: “… la Coordinadora de Derechos Humanos, esa cojudez”.<br />“No ha sido muy conscientemente deliberado, pero ahora que lo dices creo que hay un encadenamiento lógico y una cierta armonía en la evocación del horror y de la maldad cuando revisten el discurso religioso”, dice Pita.<br />Incluso Vladimir Yankelevich, a quien pertenece el segundo epígrafe, refiere en modo inverso un pasaje bíblico de Cristo en la cruz: “Señor, no los perdones porque ellos saben lo que hacen”.<br /><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-78742029629948876112014-08-28T03:24:00.000-07:002019-09-03T05:01:05.138-07:00LA NUEVA NOVELA: PRENSA INTERNACIONAL<div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: x-large;">Alfredo Pita novela</span></b><br /><b><span style="font-size: x-large;">la guerra en Perú en<br /><i>El rincón de los muertos</i></span></b></div><br /><b>Agencia EFE</b><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>David Blanco Bonilla</b></div><div style="text-align: justify;">Lima, 21 ago.- El horror de la guerra que asoló a Perú en las últimas décadas del siglo pasado es descubierto por un periodista español en las alturas andinas de Ayacucho en "El rincón de los muertos", la nueva novela del escritor Alfredo Pita.</div><div style="text-align: justify;">Ganador en 1999 del Premio Internacional de Novela Las Dos Orillas con su novela "El Cazador Ausente" (1994), Pita relata en casi 500 páginas la travesía de descubrimiento del español Vicente Blanco, quien en 1991 llega a Ayacucho, donde traba amistad con dos colegas peruanos.<br /><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiez5WEymA564_Yrd1MvDmN9piyYZKlKMFtfBt0yFvSsxSKX4W8zJyBn8udOtLt1Si0tuik46seFkV9DK9S-LTVYvRqhWh7WTkHdd6v0V6BhWhZbfUhtwRuheB0eY1Hnjxo_qTNenoJBa0/s1600/APita-El-rincon-Cover+01.jpg" height="400" width="248" /></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Textual Editores, Lima, 2014.</td></tr></tbody></table>El autor, quien reside desde hace tres décadas en Francia, declaró a Efe que empezó a escribir esta obra a partir de "materiales que tenía de antes", ya que estuvo en Ayacucho como periodista en 1983, el mismo año de la masacre de Uchuracchay, en la que fueron asesinados ocho colegas, dos de los cuales eran amigos suyos.</div><div style="text-align: justify;">"Ayacucho, después de mi experiencia de 1983, nunca me ha abandonado, ha sido una especie de herida o de cosa extraña que ha quedado dentro de mí, supurando y no dejándome vivir plenamente, por las razones entendibles: la pérdida de los amigos, los cadáveres de extraños que he visto en esa época", señaló.</div><div style="text-align: justify;">Esta visión que le dio la guerra y la implacable realidad de la muerte le impusieron al escritor "una obligatoriedad moral, en el testimonio de que si has visto algo no tienes derecho a callar".</div><div style="text-align: justify;">"Para la gente que quería ver, que era mi caso, las cosas estaban clarísimas: había empezado un proceso de guerra sucia, que se había ya lanzado, Uchuraccay no era más que el primer botón de lo que se venía y ese proceso era evidente que se iba a embalar en forma exponencial", remarcó.</div><div style="text-align: justify;">Durante el proceso de escritura de su novela, publicada en Lima por el sello editorial Textual, Pita tuvo que enfrentar "las enormes dificultades de una realidad complejísima para los ayacuchanos mismos" y fue por ese motivo que decidió crear un narrador que pasara por un proceso "de iniciación y de descubrimiento" que le permitiera "hablar de Perú y sus contradicciones."</div><div style="text-align: justify;">Vicente Blanco, su personaje, es español "por la identidad cultural, que de todas maneras existe, la cuestión del lenguaje, y además la verosimilitud de su interés cultural, político", explicó.</div><div style="text-align: justify;">En la novela, tras pasar unos días en Lima, el periodista parte a Ayacucho, donde se relaciona con dos reporteros, a los que busca por recomendación de un amigo peruano que reside en París, y con los que afronta una guerra que por esos años era prácticamente invisible.</div><div style="text-align: justify;">"Es un viaje de descubrimiento de la complejidad del horror", acotó Pita antes de decir que el protagonista "se encuentra con que la guerra en Ayacucho es una guerra casi invisible, que se da en la oscuridad de la noche, que las víctimas no son soldados, que están las barreras del idioma, del desprecio social."</div><div style="text-align: justify;">"Mi protagonista se acerca a Ayacucho en 1991 para presenciar prácticamente los últimos coletazos de la resistencia informativa, no me había propuesto al comienzo hacer una novela de periodistas, pero me he dado cuenta, acabándola, que he hecho una novela de reporteros", dijo.</div><div style="text-align: justify;">Pita, que en Perú es considerado un autor de culto, reconoció que las buenas críticas que está recibiendo su nueva obra le producen "un sentimiento muy grato" ya que, en su caso, está "acostumbrado a la receptividad limitada o a una especie de aceptación a regañadientes" que su trabajo anterior ha tenido.</div><div style="text-align: justify;">"Creo que estamos en un momento de liberación de medios, que están en este momento creándose y recreándose, ya no hay los grandes autorizadores, el gran periódico, el gran suplemento que dictamina, creo que es un momento de liberación del creador y es también un momento de emancipación del lector", comentó.</div><div style="text-align: justify;">Alfredo Pita, nacido en Celendín, en el norte de Perú, también es autor de los libros de cuentos "Y de pronto anochece" (1987), "Morituri" (1991) y "Extraños frutos" (2010), de los poemarios "Hacia los valles" (1966) y "Sandalias del viento" (1995), del libro para niños "Un pequeño capitán" (2002) y del libro de memorias "Días de sol y silencio. Arguedas: el tiempo final".</div><br /> <span class="date">21/08/2014</span> <br /><br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-90163044481451380452014-08-15T09:12:00.000-07:002019-09-03T05:01:05.296-07:00EL RINCÓN DE LOS MUERTOS: LA REPÚBLICA<div class="glr-post-entry"><b>La República, Revista Domingo, <a href="http://www.larepublica.pe/10-08-2014/la-violencia-vuelve-a-acechar-con-nuevos-ropajes" target="_blank">Entrevista</a></b> <br />Lima, domingo 10 de agosto de 2014<br /><span style="color: white;">. </span></div><div class="glr-post-entry"></div><div class="glr-post-entry"><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: x-large;"> La violencia vuelve a acechar<br />con otros ropajes</span></b></div><div class="glr-post-drop"></div><div class="glr-post-drop" style="text-align: justify;"><span style="color: white;"><b>.</b></span></div><div class="glr-post-drop"></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzuqq47MlwUrwpisH1dKKJN2QYvpGkQovsZjRDqn_0A8WFoondu-orfcLjuMN6hq98l4JMlk9D6VuizZ591MuasArUw9rZf4TJBT0VHvkL5Z5m5tvE0WHCpB7w3x3Joa7KLsRo_TGu3OM/s1600/Alfredo+Pita+La+Republica+20140814.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzuqq47MlwUrwpisH1dKKJN2QYvpGkQovsZjRDqn_0A8WFoondu-orfcLjuMN6hq98l4JMlk9D6VuizZ591MuasArUw9rZf4TJBT0VHvkL5Z5m5tvE0WHCpB7w3x3Joa7KLsRo_TGu3OM/s1600/Alfredo+Pita+La+Republica+20140814.jpg" height="240" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Alfredo Pita.</td></tr></tbody></table><b> </b><br /><div style="text-align: justify;"><b>Alfredo Pita. Escritor y periodista. Nació en Celendín en 1948. Ha publicado cuentos y poesía. Vive en París y trabaja para la agencia AFP. Con el nuevo sello 'Textual' ha presentado su novela <i>El rincón de los muertos</i>. </b><br /><b><br /></b><b>Gabriela Wiener </b></div><div style="text-align: justify;"><i>Han pasado 31 años desde la masacre de Uchuraccay y más de veinte años desde el cenit de la dictadura de Fujimori y Montesinos. En la bisagra de esos dos hechos se encuentra El rincón de los muertos, la nueva novela de Alfredo Pita, cuya escritura empezó hace diez años pero que suspendió cuando hacer ficción sobre la violencia se puso casi de moda. ¿Por qué ahora? “Poco a poco asumí que era tal vez necesario, que el Perú no había cambiado gran cosa desde la guerra interna y que había que seguir combatiendo el mal, exorcizándolo. Por eso sale ahora, porque pienso que la literatura puede contribuir, a su modo, al proceso de sanación. Al Perú hay que seguir contándole la violencia, cómo nace, cómo se desarrolla, para que no vuelva, para que se vaya, porque me parece que de nuevo acecha, con otros ropajes”.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Hay algunas similitudes entre el periodista Rafael Pereyra y tu propia biografía —como el hecho de haber sido enviado a Uchuraccay poco después de la masacre—, ¿qué tanto de reconstrucción y de memoria hay en la base de El rincón de los muertos? </b></div><div style="text-align: justify;">Yo soy un escritor que escribe lo que quiere, pero que lo hace como puede, verdad de Perogrullo. En el empeño uso todos mis recursos, incluida la memoria. En El rincón de los muertos parto de hechos reales, pero para triturarlos, para usarlos como materia prima de la ficción. He escrito una novela, no un libro de recuerdos ni un ensayo. Por supuesto, en mi relato hay ideas y convicciones que me son propias en algunos casos, pero no en todos. Hay muchas voces, y a veces muy discordantes.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>¿Qué opinión te merece la creación de espacios como el Lugar de la Memoria, en Lima, que intentan crear un espíritu de reconciliación? </b></div><div style="text-align: justify;">Un memorial para recordar a las víctimas de un conflicto solo puede ser levantado por una sociedad que ha madurado y se ha alzado por encima de sus miserias. El Perú no ha hecho este trabajo, aquí sigue reinando la violencia, en particular la ejercida por los poderosos y por el Estado contra sectores de la población. Nunca como ahora la verdad ha estado tan enajenada, tan expropiada. Pienso en Cajamarca, en gente como Máxima Chaupe y su familia, en los miles de campesinos que ellos representan. ¿Dijiste espíritu de reconciliación?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Como escritor cajamarquino radicado en París, ¿de dónde te sientes más? </b></div><div style="text-align: justify;">Vivir en el extranjero te reafirma en tu identidad. En mi caso, en París me siento mucho más peruano, cajamarquino, celendino, y hasta escritor, que en Lima. Debe ser por rechazo a la alienación y despersonalización, que siempre amenazan. Uno ve con más facilidad lo esencial, en uno mismo, en los otros.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>¿Cuál es tu posición frente al centralismo de Lima, metrópolis supuesta de nuestra literatura?</b></div><div style="text-align: justify;">¿Lima, metrópolis literaria? ¿Qué decirte? No sé cuál es la proporción de escritores limeños y provincianos que ejercen su oficio en el Perú, pero es seguro que la mayoría está en Lima, que sigue siendo hasta ahora el centro de la cultura oficial, una cultura indigente hay que decirlo. En el Perú hay un Ministerio de Cultura, pero el Presidente lo ignora en sus balances. Ahí está dicho todo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>¿No has notado cambios en Lima durante los últimos años?</b></div><div style="text-align: justify;">En realidad no hay que expatriarse para saber que Lima, aún invadida por la masa de provincianos que la ha trastocado, sigue fiel a sí misma, ejerciendo un centralismo asfixiante, una hegemonía que es una maldición para el país. Lima fue capital colonial y sigue comportándose como tal. ¿Debo recordarte que un candidato elegido por el pueblo de izquierda puede ser transformado en dos meses, por Lima, en pelele de las transnacionales como la Newmont o la Telefónica?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Parece que por fin se ha superado la vieja gresca entre “andinos” y “criollos”.</b></div><div style="text-align: justify;">¿Estás segura de que ha sido superada? Lo que ha ocurrido, me parece, es que las condiciones han cambiado. Los señoritos que reinaban en la Lima letrada desde las redacciones de los viejos periódicos ahora están jubilados de sus ímpetus hegemonistas, mientras que los muchachos provincianos que reclamaban espacios ahora se los están inventando.</div><div style="text-align: justify;"><b>¿En qué bando estabas tú?</b></div><div style="text-align: justify;">Mis simpatías, por supuesto, en la folclórica polémica, estuvo con los provincianos, pese a que tenía algunos amigos entre los criollos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>¿Cuál crees que es o debería ser ahora mismo el tema de debate principal entre los escritores peruanos?</b></div><div style="text-align: justify;">Los escritores peruanos deberían concentrarse en desarrollar proyectos personales, abandonar todo cálculo y espíritu de capilla y, por supuesto, consolidar el reciente fenómeno de creación de editoriales independientes que se da entre nosotros. Es la única salida. La tecnología y la comunicación lo autorizan y lo permiten, ¿que más pedir?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>¿Crees que los periodistas peruanos han estado a la altura de la verdad histórica?</b></div><div style="text-align: justify;">Sí, en particular ciertos periodistas que se compraron el pleito de la búsqueda de la verdad corriendo todos los riesgos. No me lo propuse en forma consciente, pero al terminar el libro debí reconocer que había escrito una novela de homenaje a ciertos reporteros. Creo que el Perú le debe justicia a periodistas como Luis Morales, a Eduardo de la Piniella, a Pedro Sánchez, a los otros mártires de Uchuraccay, a Jaime Ayala. ¿Te parece normal que hoy sea Ministro del Interior un militar comprendido en la investigación por el asesinato de Hugo Bustíos, reportero tiroteado y volado con dinamita?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Completamente anormal y escandaloso. La figura del arzobispo de Ayacucho, Crispín, en la novela, también da cuenta del rol no siempre virtuoso de la Iglesia durante el conflicto. ¿Algún día seremos un estado laico?</b></div><div style="text-align: justify;">Ojalá. Pero eso no viene solo. El Perú ultracatólico, con procesiones masivas y presidentes con hábito morado y besando el anillo del cardenal, es otro remanente del orden colonial. Ahora, una cosa es la Iglesia como institución y otra el espíritu de solidaridad que anida en su base. Pienso en el padre Gutiérrez, en el padre Arana que luchan por un mundo mejor. Pero son una minoría. Por el momento los negros gallinazos siguen volando sobre las torres de la Catedral de Lima.</div></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-91438892385675837132014-07-04T06:25:00.000-07:002019-09-03T05:01:05.458-07:00MASACRE EN CELENDÍN: 2do ANIVERSARIO<span style="font-size: large;"><b>AUSENTE</b></span><br /><br />Amanece una vez más<br />El sol barre las calles del pueblo<br />Y se mete a la fuerza en la casa<br />Donde vivimos con tu ausencia<br />Tu mujer se ha ido al mercado<br />A ver qué puede comprar con centavos<br />Ella ya no dice tu nombre<br />Para no ahogarse, para vivir<br />Tus hijos también callan<br />Pero preguntan por ti, sin palabras<br />Han salido para la escuela, como tú en un tiempo<br />Pero qué maestro va a enseñarles a sonreír<br />La vecina quiere hablar, pero no sabe qué decir<br />Tristeza, tristeza, suspira y se va, contrita<br />Yo cierro la puerta y voy al patio<br />Donde me esperan, y bailan<br />En silencio, el sol, tu nombre y tu sombra<br /><br /><b>Alfredo Pita</b><br />3 de julio 2014<br /><br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-8426822940857222152014-04-18T05:23:00.000-07:002019-09-03T05:01:05.615-07:00PARA LOS QUE NOS ENSEÑAN<b><span style="font-size: large;">GUARDIANES DE LAS LAGUNAS</span></b><br /><br />Nos hemos levantado con la lluvia,<br />Tras haber dormido sin cerrar los ojos,<br />Para contemplar el mundo, la heredad.<br /><br />Nos hemos levantado en la montaña,<br />Donde duermen Dios, su dolor y el nuestro,<br />Para llenar nuestros ojos de fuerza y de luz.<br /><br />Nos hemos levantado para ver el cerco,<br />Los sicarios enviados por nuestros enemigos<br />Para arrancar nuestra piel, para roer nuestros huesos.<br /><br />Nos hemos levantado en la mañana final,<br />Para vivir este largo día en que lo dejaremos todo<br />En defensa de la vida y de nuestros hijos.<br /><br />Nos hemos levantado en la montaña,<br />Bendecidos por la sangre de nuestros hermanos,<br />Para enfrentar a los cuervos y sus balas.<br /><br /><b>Alfredo Pita</b><br />Viernes Santo de 2014<br /><br /><br /><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHLreMsYapbbwlztyoYgDL86Oi33FfGn3gyKRe5NSfdm8WXJFG9J30zDQeJK6pbCJ2NntRVIeIfzbUdt9T4rmOjnWubQiT2WOQnXmpjeJp5bzHhQHgTMxiKjhcgRy_N2js6wbv50F0yWb-/s3200/Ronderos+lluvia.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHLreMsYapbbwlztyoYgDL86Oi33FfGn3gyKRe5NSfdm8WXJFG9J30zDQeJK6pbCJ2NntRVIeIfzbUdt9T4rmOjnWubQiT2WOQnXmpjeJp5bzHhQHgTMxiKjhcgRy_N2js6wbv50F0yWb-/s3200/Ronderos+lluvia.jpg" height="238" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Lluvia al amanecer, alturas de Conga, primeros días de abril de 2014. Los heroicos guardianes de las lagunas cajamarquinos resisten en condiciones inhumanas la imposición de la megaminería en la zona.</td></tr></tbody></table><div style="text-align: justify;"><br /></div><br /><br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-78694811785451308432013-04-01T04:35:00.000-07:002019-09-03T05:01:05.774-07:00UNA NOVELA SOBRE LA VIOLENCIA Y AYACUCHO<a href="http://www.lavozdelacalle.com.pe/primicia.html" target="_blank">LA VOZ DE LA CALLE</a>, No 219. Trujillo, 8 de marzo 2013<span style="font-size: large;">.</span><br /><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130;">Esta es una versión ampliada de la entrevista que hace poco publicó el diario capitalino La Primera. Ante nuestro pedido, la entrevistadora, la periodista Gloria Cáceres, nos ha autorizado a publicarla, lo que le agradecemos, pues consideramos que es de mucho interés para nuestros lectores (CBL).</span></div><div style="text-align: justify;"><br /><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">“UNA NOVELA QUE DEBÍA A MIS
MUERTOS Y A MÍ MISMO”</span></b></div><br /><b>Por Gloria Cáceres V.</b> </div><div style="text-align: justify;">Hace unos días, la emisora francesa Radio Paris Pluriel entrevistó al reconocido escritor peruano Alfredo Pita para tratar temas de su trayectoria y obra. Pita habló con libertad y solvencia de su narrativa y sus temas principales, del trabajo de lenguaje que realiza, de cómo surgen sus historias, etc., pero también de la amistad que tuvo con escritores de la trascendencia de José María Arguedas y Julio Ramón Ribeyro, así como con artistas peruanos que siguen viviendo en Europa, como el pintor Herman Braun.<br />
Un tema que también se abordó fue el compromiso del escritor con la sociedad. Pita dijo que un escritor, como cualquier artista, necesita libertad plena para crear, pero que esto, al menos en su caso, no lo aleja de su condición de ciudadano. “La figura del escritor revolucionario tiende a desaparecer, felizmente”, dijo, pero a la vez indicó que le parecía “una desgracia que el artista se exonere de una participación cívica en la sociedad”. En el Perú de hoy, subrayó, “hay que luchar contra la destrucción de la naturaleza en vastas regiones del país y contra la destrucción de la democracia por los timadores y estafadores que tenemos como autoridades”.<br /><br /><b>UNA NOVELA SOBRE LA VIOLENCIA</b><br /><br />Uno de los entrevistadores, el profesor Abraham Prudencio, se refirió a su trabajo literario actual y le preguntó si no tenía “alguna primicia”. Alfredo Pita anunció que ha terminado una novela cuya historia transcurre en Ayacucho, en pleno conflicto interno. Esto es una gran noticia para sus lectores, ya que en los últimos años el escritor cajamarquino sólo ha publicado libros de cuentos y memorias. En razón de esto, lo hemos buscado para que nos hable de su nueva novela y otros temas.<br /><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcksRcqFNr-RupHHUP_PP8aFec2UhY41tNXwd6OVCKIhSVBU_uWWzn_3dT8eKoQdgQU4VBDslr6wpjMdJlr7JHugnfrHgMVRNQg4lBAOExj_0KeB-gp6gb2q0F7eYJMsV8-qzMSRRdc_g/s1600/Alfredo+Pita.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcksRcqFNr-RupHHUP_PP8aFec2UhY41tNXwd6OVCKIhSVBU_uWWzn_3dT8eKoQdgQU4VBDslr6wpjMdJlr7JHugnfrHgMVRNQg4lBAOExj_0KeB-gp6gb2q0F7eYJMsV8-qzMSRRdc_g/s1600/Alfredo+Pita.jpg" /></a>—¿Su compromiso ciudadano explica su activismo antiminero?
</b></div><div style="text-align: justify;">—No soy antiminero por las puras. Estoy contra la real y probada destrucción de las fuentes de agua y del marco de vida de la gente. En esta medida acompaño de todo corazón la lucha de mi pueblo, Celendín, en Cajamarca, contra el proyecto Conga, en vista de que el gobierno ha optado por convalidar la acción criminal de la mina.<br /><b>—Su visión del compromiso ciudadano tiene poco que ver con la antigua noción del “arte comprometido”…
</b></div><div style="text-align: justify;">—No tiene nada que ver. Esa noción era una invitación al arte mediocre. La única obligación artística que debe tener un escritor es escribir bien.<br /><b>—¿Qué le ha motivado a tocar en su libro el tema de la violencia?
</b></div><div style="text-align: justify;">—Bueno, son muchos los motivos que tengo. Estuve en la zona de Ayacucho en 1983, reemplazando a uno de los periodistas asesinados en Uchuraccay. En las semanas que pasé en el lugar vi muchos cadáveres, por lo que el drama de la violencia interna lo he llevado siempre en mí, como posible tema para un libro, como una deuda para con mis colegas muertos y para conmigo mismo.<br /><b>—Otros ya han tocado el tema e incluso piensan que está agotado.</b></div><div style="text-align: justify;">
—Pues se equivocan. Pese a lo ya publicado, los años de la violencia apenas comienzan a ser tratados. Vendrán más libros y más historias. Muchas cosas están por decirse.<br /><b>—¿Podría darnos un adelanto sobre su novela?
</b></div><div style="text-align: justify;">—Es la historia de un periodista que llega a Ayacucho en 1991 para intentar un gran reportaje y que busca entender la mecánica de la guerra sucia que se daba allí.<br /><b>—¿Su actuación como periodista en los días de Uchuraccay, de alguna forma le ha dado elementos para su novela?
</b></div><div style="text-align: justify;">—Uchuraccay está presente en la historia, pero como parte de un telón de fondo. El relato es un lento viaje en los meandros culturales que esconden la realidad social peruana y explican la violencia. Para un peruano, limeño o no, entender Ayacucho en esos años era difícil. Había que ser ayacuchano para comprender lo que allí ocurría. Para subrayar esta distancia, mi personaje es un extranjero algo anarquista y sin prejuicios.<br /><b>—La violencia en Ayacucho, ¿cómo la aborda?
</b></div><div style="text-align: justify;">—Es difícil responder a esto. He intentado recrear el horror cometido contra los individuos, pero buscando también un diapasón para la tragedia colectiva.<br /><b>—¿Cuánto tiempo te tomó la redacción de su novela?
</b></div><div style="text-align: justify;">—Empecé a escribirla hace diez años, pero la interrumpí.<br /><b>—¿Por qué…?</b></div><div style="text-align: justify;">
—Por lo que has dicho, había mucha gente publicando sobre Ayacucho. No quería aparecer como un escritor oportunista que se aprovecha de un tema de moda.<br /><b>—¿Cuál es el título del libro?</b></div><div style="text-align: justify;">
—Ya lo verás cuando salga. El manuscrito lo he trabajado bajo el título de <i>1991, la Batalla de Ayacucho</i>, pero no sé si será el título definitivo.<br /><b>—¿La va a publicar en Lima, en España o en París?
</b></div><div style="text-align: justify;">—La voy a publicar en Europa, seguro, pero quisiera que salga pronto en el Perú. Para esto tengo que hallar el editor adecuado.<br /><b>—¡Cómo así…, el editor adecuado!
</b></div><div style="text-align: justify;">—Necesito en Lima un editor que me pague un adelanto correcto. Necesito dinero para ayudar a los familiares y víctimas de la violencia que el Estado peruano ha desatado contra la población campesina de Cajamarca.<br /><b>—Admiro su idea del compromiso ciudadano y su permanente cercanía, simpatía para con las víctimas. Para terminar, ¿invitaría a otros escritores a que se aúnan a su posición, a sus proyectos de ayuda?</b><br />—Esto es algo personal. Estamos en una época de mercadeo, poco propicia para que los artistas se piensen ciudadanos, pero no seamos pesimistas, hay algunos, y no son pocos, que sí lo hacen, que sí piensan en los demás, felizmente. No podemos pretender vivir en una sociedad democrática y civilizada si no luchamos por los derechos humanos y por los derechos de la naturaleza. Si queremos una vida digna para nosotros y nuestras familias, debemos luchar para que todos la tengan.</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-31507920760326491972013-03-06T06:31:00.000-08:002019-09-03T05:01:05.956-07:00UN INSURGENTE DE NUESTRO TIEMPO<div style="text-align: justify;">Chavez era un militar latinoamericano, con la formación y las limitaciones de un militar latinoamericano, pero no se quedó allí. No era el rebelde intelectual, humanista e ilustrado que nos hubiera gustado, pero lo valioso es que se trascendió a si mismo. De ser el militar formado para obedecer a los poderes factuales que nos atenazan y asfixian, avanzó hacia el militar rebelde que se hace cargo del sufrimiento y de las necesidades de su pueblo e intenta remediarlos. Y su poder surgió y fue ratificado por las urnas democráticas, lo que obvian con sospechosa ligereza sus múltiples críticos, dóciles a las señas del imperio y golpistas contra sus propios pueblos cuando hace falta.<br />Imbuido de su bolivarismo y de su espíritu flamígero y singular, Hugo Chávez pensó el problema de la integración y la unidad latinoamericanas como único medio para salir de nuestra condición de estados neocoloniales, gobernados por poderes fácticos que obedecen a intereses ajenos. Su estilo era tal vez no muy refinado, pero su acción y su mensaje exploraron los caminos por los que nuestro subcontinente deberá avanzar para un día ser plenamente libre. Más que uno de nuestros próceres, quien ha muerto, sin duda, es un hermano actual. Un insurgente de nuestro tiempo, alguien que, con carencias y defectos, se planteó el problema de la dependencia y el sometimiento a un orden que decide por nosotros el destino que merecemos. Así debemos verlo. Su muerte alegra a la derecha cavernaria de todo el continente, pero duele a los pueblos. Esto es lo que cuenta para mí.<br /><span style="color: #cccccc;">. </span></div><div style="text-align: justify;">El que en Estados Unidos haya gente como el director Oliver Stone y el actor Sean Penn, que hacen esfuerzos por entender el rumbo que quieren tomar Venezuela y los otros pueblos nuestros, me reconforta y alienta. Vean como Stone pinta a Chávez en este documental:</div><div style="color: #cccccc; text-align: center;">.</div><div style="text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="http://www.youtube.com/embed/6xjXbH0FHUk" width="560"></iframe><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="background-color: #cccccc; color: #cccccc; text-align: center;">.</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-52548123443831381382013-01-28T10:00:00.000-08:002019-09-03T05:01:06.111-07:00UCHURACCAY O EL SILENCIO DE LOS ASESINOS<div style="text-align: justify;"><b>Por Alfredo Pita</b><br />Fui uno los periodistas que llegaron a Ayacucho inmediatamente después de la masacre de Uchuraccay, hace treinta años. Entre los colegas asesinados estuvieron dos queridos amigos: el redactor Eduardo de la Piniella y el fotógrafo Pedro Sánchez Gavidia. No estuve en la terrible exhumación de mis colegas, pero sí en las diligencias posteriores, y, luego, en Lima, en su sepelio. Yo, Alfredo Pita, tomé el lugar de Eduardo de la Piniella en Ayacucho, como enviado especial de <i>El Diario de Marka</i>.<br />¿Cómo ocurrió la masacre, aquel el 26 de enero de 1983? ¿Quiénes participaron en ella? ¿Quiénes la decidieron? ¿Fue un hecho fortuito o fue calculado? Estas y muchas otras preguntas siguen sin respuesta. Siguen encubiertas por el denominado ‘secreto militar’.<br /><span style="color: #eeeeee;">.</span><br /><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiI8zoHCaFXEVj20lJpyF-gWKTyHdLp41m5tTGxidCdJy7wxAGtrGVJwiFoeVqlGSWr_2R1N2Yv2qDbvUKWFv5kJw8fH92yHnd9NlyIwfuFTdnewxEDctRGsY8Hg1dj8xb0YIyJUvk_AZE/s1600/Uchuraccay.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="271" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiI8zoHCaFXEVj20lJpyF-gWKTyHdLp41m5tTGxidCdJy7wxAGtrGVJwiFoeVqlGSWr_2R1N2Yv2qDbvUKWFv5kJw8fH92yHnd9NlyIwfuFTdnewxEDctRGsY8Hg1dj8xb0YIyJUvk_AZE/s400/Uchuraccay.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: "Times New Roman";">Siete de los ocho reporteros, a pocas horas de la tragedia.</span></td></tr></tbody></table>La información, datos y testimonios que recogí a través de mi trabajo en Ayacucho me ayudaron a hacerme una idea global de la tragedia. Uchuraccay, y la masacre previa de Huaychao, que lanzó a los periodistas en búsqueda de información y los llevó a la muerte, no fueron, como pensaban algunos colegas entonces, el inicio de una política de amedrentamiento y silenciamiento del periodismo. Fueron la primera evidencia clamorosa, que escapó del marco ayacuchano, de que estábamos en plena guerra sucia, de que había una masacre silenciosa, de campesinos y sospechosos, y de que, tal como iban las cosas, esa masacre iba a multiplicarse en forma exponencial. <br />El periodismo “grande” y la sociedad entera callaban. Al margen de algunas pocas voces alarmadas, indignadas, callaban hasta los intelectuales. Y este silencio hablaba de la sociedad peruana y de su estado de conciencia en aquellos días. La Comisión de la Verdad tuvo toda la razón al señalar que hubo responsabilidad y silencio colectivos; pero lo que se olvido de decir y subrayar es que, si se hubiera denunciado la guerra sucia en aquel momento y se hubiese propuesto, y hasta impuesto, medidas inmediatas para detenerla, tal vez se hubiera evitado que la tragedia nos desangrara por quince años. <br />Ha quedado en mí, para siempre, indeleble, la impresión que tuve cuando entré en la habitación que habían ocupado Eduardo y Pedro, en el hostal Santa Rosa, al ver sus cosas, sus papeles, la maquinilla de escribir de Eduardo sobre la mesa, con una hoja de papel puesta en el rodillo. También martillean mi memoria los muchos cadáveres que vi en esos días, de gente ejecutada por unos y otros, en los alrededores de la ciudad. El olor de la muerte, con su cortejo de gestos congelados, sangre seca y moscas, se queda en uno definitivamente. <br />Nunca sabremos exactamente quién mató a quién aquella tarde en las laderas de Uchuraccay. Nunca sabremos cómo fue el instante postrero de cada uno de los periodistas y del guía que allí murieron, y a quienes hoy recordamos con dolor intacto. Nunca sabremos quién fue el asesino inmediato, el que dio el último golpe, el golpe mortal que acabó con la vida de cada uno de nuestros amigos y colegas que, buscando la verdad, murieron en ese rincón olvidado del Perú. Sólo nos queda la imaginación herida, la frustración, la amargura, una inextinguible sed de justicia.<br />Es hora, sin embargo, de establecer responsabilidades, de dejar en claro quiénes y cuándo decidieron las políticas que terminaron en la tragedia de Uchuraccay, y quiénes concibieron e impusieron, o permitieron, la masacre que terminó con la vida de miles y miles de peruanos inocentes como nuestros mártires.<br />Uchuraccay fue un episodio de la guerra sucia cuyos efectos llegaron hasta Lima, pero que no fueron suficientes como para desatar una reacción ciudadana frente a la sangría ayacuchana, que nadie quería ver en toda su dimensión. Eran los días de la doctrina terrible de “hay que matar sesenta campesinos para que mueran tres terroristas”. Evidentemente, los responsables no fueron sólo los ejecutantes inmediatos de los crímenes: sinchis o no, marinos o no, campesinos o no. Uchuraccay es la llave para abrir el arcano de una guerra que no ha revelado aún sus secretos. Es todavía una batalla por librar. Es la deuda de justicia que tenemos con los muertos del 26 de enero de 1983 y con los muertos de las masacres previas y de las que vinieron después. <br />Es hora de establecer, ante la justicia y ante la historia, no sólo las circunstancias inmediatas de la ejecución de Uchuraccay y de los otros crímenes evocados, sino también l<b>a cadena de autoridad y de mando, y, por lo tanto, de responsabilidad</b> por la orgía de sangre que duró más de quince años. Es hora de exigir la desclasificación de los archivos militares, tal como lo hacen hasta los países más celosos de su seguridad. Los mártires de Uchuraccay nos reclaman que terminemos la tarea que ellos se habían impuesto: ir en pos de la verdad.<br /><br /><div style="text-align: right;">París, 23 de enero de 2013</div><br /><span style="color: #eeeeee;">. </span></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-71833538613288013762013-01-27T17:31:00.000-08:002019-09-03T05:01:06.267-07:00LA MUERTE DE UN LIBRERO<div style="text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKMzxBqrTybzSYOQhqYE-4U_gS_WXOrVaax3002QnF2SQolMfqQNsux6BaZyCEhKCXwb0zc7ymXShCNKfLEqKCtv_YH03YL6L1uPHFc28lMtAW9MmjqQMHHspf6tttv8agrCrN3zGMNaA/s1600/Jorge+Vega+Veguita.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="156" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKMzxBqrTybzSYOQhqYE-4U_gS_WXOrVaax3002QnF2SQolMfqQNsux6BaZyCEhKCXwb0zc7ymXShCNKfLEqKCtv_YH03YL6L1uPHFc28lMtAW9MmjqQMHHspf6tttv8agrCrN3zGMNaA/s200/Jorge+Vega+Veguita.jpg" width="200" /></a><span class="userContent">Me entero de la muerte de Jorge Vega, Veguita, el librero trashumante que por casi medio siglo recorrió las redacciones limeñas, vendiendo a sus escogidos </span><span class="userContent"><span class="userContent">clientes</span> los libros escogidos que ellos no podían rechazar.<br /> Por 1971, me vendió dos libro<span class="text_exposed_show">s que nunca podré olvidar.<br /> Sabiendo que aprendía francés, una noche, en "Expreso" me ofreció la Poesía Completa de Mallarmé en su propia lengua, en papel biblia, en la elegante edición de La Pléyade. Yo me relamía frente al volumen, pero viendo que le faltaban páginas del índice (habían sido cuidadosamente cortadas con tijeras) aproveché para regatear. Sonrió con sorna y me dijo: "¿Te has fijado quién firma la página de guarda?" Miré y leí: "Luis Hernández Camarero". "Las páginas que faltan, el hombre se las fumó", me ilustró. Le pagué lo que quiso y sin chistar.<br /> En otra ocasión me llevó un libro titulado "Las novelas de caballería españolas y portuguesas", de Henry Thomas. El tema me interesaba. Viendo la firma del antiguo propietario la descifré de inmediato: "Mario Vargas Llosa". Lo miré con desconfianza y sospecha y él, casi ofendido, me miró con condescendencia. Ventiló las hojas del libro y, del centro, extrajo una foto carnet. Era Patricia, la mujer de Mario, en su época de estudiante. Era el marcapáginas de un lector enamorado. Pagué otra vez lo que quiso. No había ninguna duda, era un libro que había pertenecido al novelista. Años después, mi amiga Patricia Pinilla me contó que ese libro le había sido robado a Mario de su biblioteca por algún amigo indelicado. Felizmente, en ese tiempo, todos los libros valiosos en venta en Lima parecían ir a dar a manos de Veguita. A Mario pude devolverle su libro y a cambio me envió "Los cachorros", en la edición de Lumen, dedicada.</span></span><br /><span class="userContent"><span class="text_exposed_show">Aunque me hubiera gustado, por supuesto, no pude hacer lo mismo, por razones de ausencia mayor, con Lucho Hernández.<br /> Veguita, en esos años, vivía como un filósofo epicúreo. Por las mañanas, en la primavera, el otoño y el verano limeños, casi indiferenciables, se vestía de Tarzán y, con la larga cabellera al viento, retozaba en La Herradura y otras playas, jugando fulbito, bebiendo cerveza o charlando con quien quisiera ilustrarse con su labia mordaz. Por las tardes y noches se dedicaba a su papel de misionero de la cultura en las redacciones o visitaba a sus amigas de La Nené. Era un sabio, a su modo. Hablando de sí mismo, en 2011 declaró: “Tenía todas las condiciones para ser periodista: no sabía nada”.<br /> Vete en paz, querido amigo, que a algunos nos desasnaste, algo.</span></span></div><div style="color: #cccccc; text-align: justify;"><span class="userContent"><span class="text_exposed_show">.</span></span></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiiSHyJbYkW8dbvLh-2OtECYlnUL0BTKHt4C6eDVfpjhaUcKFfOYobLbJOrX-LDB4XUnaimwcz_1UszpnG3eNoSadXsA5BGQKGUxd8WC0JfzgTiU4Mzc-nNmaBsvuaEV5_YQkis-aFusA/s1600/Jorge+Vega+x+Gavidia.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiiSHyJbYkW8dbvLh-2OtECYlnUL0BTKHt4C6eDVfpjhaUcKFfOYobLbJOrX-LDB4XUnaimwcz_1UszpnG3eNoSadXsA5BGQKGUxd8WC0JfzgTiU4Mzc-nNmaBsvuaEV5_YQkis-aFusA/s400/Jorge+Vega+x+Gavidia.JPG" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="userContent">Jorge Vega, Veguita, en los años 70, dedicado al arte que dominaba, la charla.</span></td><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="userContent"></span><br /></td><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="userContent"></span><br /></td><td class="tr-caption" style="text-align: center;"></td><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span class="userContent"></span><br /></td></tr></tbody></table><div style="text-align: justify;"><span class="userContent"><span style="color: #cccccc;">.</span></span></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-75579287746333372452012-08-20T08:18:00.000-07:002019-09-03T05:01:06.424-07:00CARTA ABIERTA A OLLANTA HUMALA<div style="color: #0b5394; text-align: justify;">Esta carta la envíe el pasado 7 de agosto a la redacción de un importante diario limeño, La República, cuyo editor de la página de Opinión finalmente la publicó, muy recortada, en la sección Lectores. La pongo ahora, íntegra, en conocimiento de mis amigos y de los lectores en general. En algunas circunstancias, expresar los puntos de vista de uno sobre la marcha política del país es una necesidad; en este caso, hablarle con claridad al presidente Humala es, para mí, una obligación moral.<br /><span style="color: #f3f3f3;">. </span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="font-family: inherit; text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">UNA CARTA IMPOSTERGABLE</span></b><br /><b><span style="font-size: large;">AL PRESIDENTE DEL PERÚ</span></b></div></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"><br /><br />Señor Presidente:<br />El 3 de julio pasado, la Policía Nacional y soldados del Ejército Peruano dispararon sus armas de guerra contra simples manifestantes en Celendín, Cajamarca, mi ciudad natal. El tiroteo criminal y selectivo dejó un saldo de cuatro muertos, entre ellos un adolescente, y decenas de heridos. Un quinto cajamarquino fue asesinado el mismo día, en Bambamarca, también a balazos, por la policía. Y un mes después, su gobierno, comandante Humala, ha prorrogado el estado de emergencia, mejor dicho las condiciones para que baños de sangre como estos se repitan impunemente.<br />Con los hechos del 3 de julio culminó una ola de violencia y agresión sin precedentes, contra la población de Cajamarca, por parte de la policía y la tropa que su gobierno ha enviado a la región para militarizarla e intimidar a los habitantes que se oponen a la devastadora minería que practica Yanacocha en la zona. “¿Por qué nos tratan así?”, imploró una humilde madre cajamarquina en una manifestación, en medio de una lluvia de balazos, culatazos, patadas y puñetes policiales. “¡Porque son perros, pues, conchetumadre!”, ladró con odio y rabia el uniformado que la atacaba. Desde entonces flotan en mi espíritu preguntas que me hubiera gustado hacerle en persona, comandante Humala: ¿Esa es la consideración que le merece a su gobierno la inmensa mayoría de peruanos? ¿Esas son las consignas que el poder ha dado a nuestros soldados y policías para que traten con sus hermanos? ¿Quién les ordenó atacar y matar de ese modo?<br />A la tragedia se suma una ironía cruel. Un año atrás, esos muertos, heridos y golpeados en su inmensa mayoría habían votado por usted, para que sea Presidente del Perú. Votaron por usted y por la esperanza, por la promesa que usted lanzó, libre y voluntariamente, en plazas y tribunas, de que los defendería, de que impediría que continúe el imperio de la minería salvaje y sus macabras prácticas, que incluyen la intimidación sangrienta, la violencia y la corrupción. Las víctimas han sido, pues, víctimas de quien creían su salvador.<br />Me hubiera gustado escribirle, señor Presidente, para saludarlo y felicitarlo por el primer año de su gobierno y por el cumplimiento estricto del programa que prometió a sus electores, a nuestro país, pero, ya ve, esto me es imposible. Aunque debo confesarle que abrigaba la esperanza de que en su reciente Mensaje a la Nación no sólo nos explicara las equívocas, erráticas y continuistas políticas que su gobierno aplica desde que llegó al poder, sino también, y sobre todo, que diera una explicación coherente y pidiera perdón a Cajamarca —anunciando sanciones— por los crímenes de Celendín y Bambamarca, hechos bárbaros e inimaginables en cualquier sociedad civilizada. Por eso esperé hasta el último día de julio y aun la primera semana de agosto, a la espera de una saludable rectificación. Nada de esto llegó.<br />Si usted y su gobierno creen que Cajamarca es un rincón perdido del país al que se puede humillar y despreciar impunemente están cometiendo otra trágica equivocación. Al respecto tal vez debo recordarle que en el pasado ya fuimos ocupados militarmente en dos ocasiones: en 1882, durante la guerra con Chile, y en 1932, después la revolución de Trujillo. En el primer caso, usted, como buen conocedor de nuestra historia, sabe que Cajamarca dio la última batalla victoriosa de los peruanos frente al ejército invasor chileno, que los jóvenes colegiales cajamarquinos, encabezados por Gregorio Pita, José Manuel Quiroz y Enrique Villanueva, dieron su vida en San Pablo en defensa de su tierra, sus ideales y su patria. Nada de eso está olvidado. Y en 1932, arriesgando mucho, los celendinos protegieron a los revolucionarios perseguidos y salvaron la vida, entre otros, del escritor Ciro Alegría, que iba a ser fusilado por los esbirros de la dictadura. Cajamarca sabe pues resistir y tiene de donde inspirarse.<br />He dudado antes de enviarle esta carta abierta, consciente de que el género epistolar ha perdido vigencia. Las circunstancias peruanas, y en particular las cajamarquinas, por la evidente voluntad de su gobierno de imponer el proyecto minero Conga, ilegal desde su raíz, hacen sin embargo este envío urgente e impostergable. Es obvio que si no hay una rectificación urgente de su gobierno en el actual conflicto, los costos, en todos los planos, para el Perú y Cajamarca, serán elevados y terribles. Le ruego por lo tanto que reflexione al respecto y vuelva a su programa original de gobierno. Es la única salida. Nadie le pide que haga la revolución, sólo que cumpla honestamente con su palabra y vuelva a su programa de transformación verdadera que un centenar de escritores e intelectuales avalamos y respaldamos, refrendándolo como garantes. El pueblo peruano le ha dado un mandato sagrado que no debe ser traicionado.<br />A estas alturas, señor Presidente, no me queda sino pedirle que reflexione sobre lo que implicará para usted y para su gobierno su obstinación por imponer un proyecto que la mayoría de la población de Cajamarca aborrece intensa y documentadamente, no por odio cerril a la modernidad ni al desarrollo como creen algunos maliciosos e interesados, sino porque la experiencia le ha hecho descubrir hasta la saciedad lo que los ecologistas de todo el mundo saben ahora: que el ultraextractivismo minero devasta el planeta y mata la vida. Usted está en el centro de una página decisiva de la Historia del Perú. Usted elige cómo quedará registrado en ella para siempre. <br />Atentamente,<br /><br /><b>Alfredo Pita</b><br /><br />París, 5 de agosto de 2012.<br /><div style="color: #eeeeee;"><span style="background-color: #f3f3f3;">. </span></div></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-31294165148834530582012-07-04T00:00:00.000-07:002019-09-03T05:01:06.580-07:00UN POEMA: En la hora decisiva<div style="color: #20124d;"><style><!-- /* Font Definitions */ @font-face {font-family:Optima; panose-1:2 0 5 3 6 0 0 2 0 4; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-2147483545 0 0 0 1 0;} /* Style Definitions */ p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-unhide:no; mso-style-qformat:yes; mso-style-parent:""; margin:0cm; margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; mso-bidi-font-size:10.0pt; font-family:Helvetica; mso-fareast-font-family:Helvetica; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; 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line-height: 16pt;"><br /></div><div class="MsoNormal" style="color: #20124d; line-height: 16pt;"><br /></div><div align="right" class="MsoNormal" style="color: #20124d; line-height: 16pt; text-align: right;"><span lang="ES-TRAD" style="background: none repeat scroll 0% 0% white; font-family: Optima;">A los mártires de las lagunas.</span><br /><br /><span lang="ES-TRAD" style="background: none repeat scroll 0% 0% white; font-family: Optima;">A los jóvenes de mi tierra,</span><br /><span lang="ES-TRAD" style="background: none repeat scroll 0% 0% white; font-family: Optima;">en la hora de su combate decisivo</span></div><div align="right" class="MsoNormal" style="color: #20124d; line-height: 16pt; text-align: right;"><span lang="ES-TRAD" style="background: none repeat scroll 0% 0% white; font-family: Optima;">contra la depredadora minera Yanacocha</span><span lang="ES-TRAD" style="background: none repeat scroll 0% 0% white; font-family: Optima; font-size: 14pt;">.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: #20124d; line-height: 16pt;"><br /></div><div class="MsoNormal" style="color: #20124d; line-height: 16pt;"><br /></div><div class="MsoNormal" style="color: #20124d; line-height: 16pt;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtC22vkiu6BulASRAC0hDmZXmoM4ecG4wdVTm9rx5g7Hk0qEzXs0sdICV6C7JFklZCR8bbjWCNLCPz62xAQaZFciwLdxNW4K0tmfdB6ahatINjPNC1Nz2BhfFsqDy8KgGW9RD_lJZVg-Q/s1600/Alforjacocha.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtC22vkiu6BulASRAC0hDmZXmoM4ecG4wdVTm9rx5g7Hk0qEzXs0sdICV6C7JFklZCR8bbjWCNLCPz62xAQaZFciwLdxNW4K0tmfdB6ahatINjPNC1Nz2BhfFsqDy8KgGW9RD_lJZVg-Q/s320/Alforjacocha.jpg" width="153" /></a><span lang="ES-TRAD" style="background: none repeat scroll 0% 0% white; font-family: Optima; font-size: 14pt;"><br />Jóvenes de la Alameda,<br />De Colpacucho,<br />Del Cumbe y de las Bajeras,<br />De la Calle del Comercio y de la Feliciana.<br />Jóvenes de siempre,<br />De ayer, de hoy y de mañana,<br />Ha llegado la hora finalmente,<br />La hora decisiva, nuestra hora.<br /><br />Ustedes llevan la bandera,<br />Ustedes llevan la antorcha<br />De la justicia<br />En el corazón y la frente.<br />Y han sido convocados.<br />Hemos sido convocados.<br />Ha llegado la hora<br />De defender nuestras fuentes puras,<br />De defender la vida y la tierra entera,<br />De defender al hombre de los lobos humanos.<br /><br />Jóvenes de Celendín,<br />Hijos de la esperanza y de los libros,<br />Hijos de un sueño herido<br />Pero jamás abandonado,<br />Ustedes defienden el futuro<br />Y el pan limpio de nuestros hijos.<br />El pan pan, y el pan cielo,<br />Y el pan agua, y el pan tierra,<br />El pan de la vida digna y respetada.<br />El pan nuestro,<br />Hecho de trigo y de cebada buenos,<br />Pero también de belleza y de justicia,</span><br /><span lang="ES-TRAD" style="background: none repeat scroll 0% 0% white; font-family: Optima; font-size: 14pt;">El pan nuestro,<br />Caliente siempre en el horno<br />De la tarde solar y eterna de cada niño<br />Al que hoy nos piden traicionar.</span><br /><span lang="ES-TRAD" style="background: none repeat scroll 0% 0% white; font-family: Optima; font-size: 14pt;"><br />Jóvenes de Celendín,<br />Ha llegado la hora, nuestra hora.<br />No miren atrás ni a los costados,<br />No estamos solos en esta hora grave,<br />Miles de hombres y mujeres de la Tierra<br />Nos acompañan de cerca o de lejos<br />Con su aliento y su mirada fraterna.<br />Ha llegado la hora, nuestra hora.<br />Nuestra tierra, nuestra patria pequeña,<br />La madre que nos hizo ricos<br />Con lo poco que tenía, que era mucho,<br />Está hoy amenazada por las bestias del cálculo.<br />Ha llegado la hora, nuestra hora.<br /><br />Hijos de las lagunas junto al cielo,<br />De los altos cerros de Jelig y de Tolón,<br />De Bacón y San Isidro, la colina santa,<br />Del Huauco bravío y de Huacapampa la bella,<br />De Molinopampa y Sorochuco altivos,<br />De los ariscos Jerez, Huasmín y El Sauce,<br />De los dulces Salacat, Malcat, Pallán y Santa Rosa,<br />Y de más allá, del Oriente, y también del horizonte,<br />Donde el día se acuesta cantando sus promesas<br />De todos los rincones han surgido<br />Padres, madres, hermanos,<br />Nuestros viejos maestros con sus libros hechos de luz.<br /><br />No estamos solos en este combate crucial.<br />Cueste lo que cueste,<br />Vamos a fundar el nuevo día,<br />Un nuevo mundo, sin odio y sin veneno,<br />Un mundo nuevo donde todos<br />Podremos beber el agua pura,<br />El agua agua, el agua limpia de la justicia,<br />El agua pura de la libertad y la equidad,<br />El agua pura de la hermandad<br />Con la que bautizaremos siempre a nuestros niños.<br /><br />Nuestros padres fundaron nuestro pueblo<br />Para defender la vida, no para aplastarla,<br />Para cultivar la tierra, y también la palabra y el espíritu.<br />Ha llegado la hora, nuestra hora,<br />De defenderlos también a ellos,<br />A los viejos soñadores que pensaron<br />Que nuestro valle era el trozo de paraíso<br />Que de antiguo les estaba prometido.<br />Las fieras no van a destruirlo, no lo vamos a permitir.<br />Nos animan nuestras raíces hondas y fuertes<br />Además del más puro sentimiento de justicia.<br />Nos anima un modo de ver la vida que nuestras madres<br />Nos han dado con su pecho y sus canciones.<br /><br />Jóvenes de Celendín,</span><br /><span lang="ES-TRAD" style="background: none repeat scroll 0% 0% white; font-family: Optima; font-size: 14pt;">Hombres y mujeres de mi tierra.<br />Ha llegado la hora, nuestra hora<br />Estamos luchando por el agua y la vida<br />Por el respeto del cielo y la tierra nuestros,<br />Pero también, que lo sepan todos,<br />Por nuestra dignidad amenazada.<br />Y por la dignidad de todo hombre,<br />Y de toda mujer,<br />Y de todo niño,<br />Del grande y del pequeño,<br />En todo lugar, encumbrado o llano, de nuestro planeta.<br />Esta es nuestra hora, hermanos valientes,<br />Esta es nuestra tarea, en esta noche en que aúllan los lobos.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: #20124d; line-height: 16pt;"><br /><br /></div><div align="right" class="MsoNormal" style="color: #20124d; line-height: 16pt; text-align: right;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Optima; font-size: 14pt;">Alfredo Pita</span></b></div><div align="right" class="MsoNormal" style="color: #20124d; line-height: 16pt; text-align: right;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Optima; font-size: 14pt;">4 de julio de 2012</span><br /><br /><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Optima; font-size: 14pt;">. </span></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-49894964577144873012012-03-01T21:28:00.000-08:002019-09-03T05:01:06.736-07:00ENTREVISTA: Una deuda filialLa República, Lima, jueves 01 de marzo de 2012<br /><div style="text-align: justify;"><br /><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold;">“NOS ENSEÑÓ LA CÓLERA, PERO TAMBIEN LA DIGNIDAD”</span></span><br /><br />Alfredo Pita. El escritor cajamarquino ha publicado <span style="font-style: italic;">Días de sol y silencio</span>, un libro testimonial sobre su amistad con José María Arguedas, autor que a pesar de su ausencia, hoy está, como estuvo ayer, junto a los jóvenes.<br /><br /><span style="font-weight: bold;"> Por Pedro Escribano</span><br /><br /><div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrU6-M1ywwou6FoECM4xqYvdcZACZBgtUgl3q0XlXvAzDzQ7mE9qoqMKxj5tcOVLRsgyIY3XRvjwQvFoZmYOgmZhDwvfk86nUNWgDdAq3J2XgKzRy24uUnRzSzm7dMKcMRyLSlN9r2Fow/s1600/APita+en+el+Cordano.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 240px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrU6-M1ywwou6FoECM4xqYvdcZACZBgtUgl3q0XlXvAzDzQ7mE9qoqMKxj5tcOVLRsgyIY3XRvjwQvFoZmYOgmZhDwvfk86nUNWgDdAq3J2XgKzRy24uUnRzSzm7dMKcMRyLSlN9r2Fow/s400/APita+en+el+Cordano.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5715169408259636466" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">En Lima. Alfredo Pita en el mítico café bar Cordano, en donde solía reunirse la crema y nata de los intelectuales peruanos.<br /><br /></span></div>El libro más reciente de Alfredo Pita, <span style="font-style: italic;">Días de sol y silencio</span> —una incursión en la memoria de una singular amistad, la que unió, hace cuatro décadas, a José María Arguedas con un joven estudiante sanmarquino que no estaba seguro de ser poeta pero que soñaba firmemente con ser escritor—, se vende en estos días en las librerías limeñas, beneficiándose de un comprensible efecto de “boca a oreja” que lo exime de mayor publicidad.<br />Sin duda la sombra del gran escritor y la curiosidad que despiertan su existencia, su final, la atmósfera de su vida doméstica en sus años postreros, tienen que ver con esta acogida más que positiva, y a la que contribuye también, sin duda, la prosa honesta con la que el narrador cajamarquino elabora su testimonio, sin dejar de lado las impactantes fotografías de Olga Luna, que no hay que vacilar en calificar de históricas y que han sido incluidas en el cuidado volumen (porque esto también hay que decirlo, se trata de una impecable edición de la Universidad Inca Garcilaso).<br /><br /><span style="font-weight: bold;">¿Cómo ocurrió que Arguedas fuera tu amigo?, algunos dicen que era muy huraño.</span><br />José María, como todos los seres humanos, tenía muchas facetas. Y con frecuencia era un ser ensimismado, sí. Pero sin duda tenía vocación de maestro y podía ser amigo sincero y directo de los jóvenes. Tuve la suerte de beneficiarme de su amistad.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Como Gardel, José María Arguedas es cada vez más popular. ¿Cómo explicas esto?</span><br />Los pueblos y las nuevas generaciones necesitan mitos que los ayuden a comprender el pasado, el presente y que los armen ante el porvenir, sobre todo cuando hay crisis.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Arguedas es muy popular entre los jóvenes, incluso entre quienes no lo han leído.</span><br />No es de extrañar. El Perú de hoy, que algunos pintan como disparado hacia el desarrollo, sigue siendo desigual, injusto y cubierto de las viejas taras que explican históricamente nuestro atraso y subdesarrollo. Arguedas es alguien que pensó el Perú en su complejidad e intentó hallar salidas. El respeto de los peruanos de abajo fue su propuesta clave.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">¿El escritor, además de artista, es un conductor moral, social…?</span><br />Este rol se disipa cada vez más, pero Arguedas lo fue.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">¿Como se da esto? Arguedas desapareció y la sociedad ha cambiado...</span><br />No tanto como parece. En las relaciones sociales básicas hay desigualdad e injusticia como antes, e incluso más. El discurso sobre las bondades del mercado es hegemónico y deshumanizante. Lo vemos hoy en Cajamarca. El desprecio, el racismo y la segregación han reaparecido con virulencia, aunque disfrazados. Arguedas alentó la reacción. Él nos enseñó la cólera, pero también la dignidad. Por eso su voz suena.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">¿Cómo así?</span><br />José María, en sus últimos escritos, dijo algo muy claro: que frente al horror social debíamos reaccionar con cólera, nunca con rabia. Este es un fundamento ético que asumen los jóvenes en su lucha cada vez más consciente en pos de una sociedad más justa y democrática.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Tu libro cerró el Año Arguedas, ¿esa fue tu intención?</span><br />Ni el libro ni su fecha de aparición fueron premeditados. Yo nunca pensé escribir un libro sobre mi relación con José María, Sybila y su familia. Mi editor, Lucas Lavado, me puso en una disyuntiva grave: “Eres el único escritor peruano que siendo joven tuvo acceso a la familia de los Arguedas. Si tú no dices algo, ¿quién lo va a hacer?” Me hizo el pedido a mediados del año pasado. El libro salió en diciembre.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">¿Estás contento con el resultado?</span><br />Estoy como de retorno de un viaje a otro mundo y a otra edad, hecho con la experiencia que me ha dado la vida. Estoy contento, además, pues tengo la sensación de haber pagado una deuda filial.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Dato:</span><br />Presentación. Días de sol y silencio hoy en el auditorio José Watanabe, de la Feria Internacional de libro en Trujillo, 5 pm.<br /><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-38872295509044227122011-10-16T04:09:00.000-07:002019-09-03T05:01:06.890-07:00CELENDÍN, LOS JÓVENES Y LA MINERA<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: right;"><span style="font-size:85%;">Publicado en la <a href="http://www.larepublica.pe/columnistas/ecologia/celendin-los-jovenes-y-la-minera-15-10-2011">Pag. de Opinión</a> de La República, 15.10.2011.</span><br /></div><span style="font-weight: bold;">Por Alfredo Pita<br /></span>En los últimos días me han escrito mensajes varios jóvenes de Celendín. Es la primera vez que esto me ocurre en años. Son jóvenes que apenas están llegando a la mayoría de edad. Un sentimiento ciudadano, político, los anima, sin embargo. Les preocupa el futuro, el agua, la destrucción de los ecosistemas de la provincia, la amenaza que intuyen, o que ya entrevén, con respecto a la gran transnacional minera que se está implantando en su tierra.<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpVe2rhflNoHyfiGXEla5HXPUD_BXODE_cRw4M-VM5FL__oO2ZMtjyZ5Yeb2Zj6snApuYvJMGrF1XCFYxIYXKEzNkRaTlCogGTmtcq_WJvQLKyVcTwBJ5kUVyOdtu1oZhSlnW9CyAuOmo/s1600/Yanacocha.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 187px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpVe2rhflNoHyfiGXEla5HXPUD_BXODE_cRw4M-VM5FL__oO2ZMtjyZ5Yeb2Zj6snApuYvJMGrF1XCFYxIYXKEzNkRaTlCogGTmtcq_WJvQLKyVcTwBJ5kUVyOdtu1oZhSlnW9CyAuOmo/s320/Yanacocha.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5661077926791712082" border="0" /></a><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta reacción juvenil es algo nuevo y esperanzador. Durante mucho tiempo la gente que se preocupaba por los muchos problemas políticos, urbanísticos, culturales, ecológicos de Celendín eran maestros, artistas, artesanos y otros ejemplares de mi generación, mejor dicho gente ya madura, por decir lo menos (aunque con un entusiasmo que nos hace pensar que seguimos por los veinte años). Nuestro relativo aislamiento nos preocupaba pues teníamos la sensación de que arábamos en el mar, como Bolivar, de que la apatía de los celendinos era de cemento y de que librábamos batalla casi solos, sin relevo en las nuevas generaciones.<br />Estábamos muy equivocados. Los mensajes de Diana, Javier, Iris, Jorge, Tania, Michael, Nico, muestran que la vida hace su trabajo aunque se tome sus plazos. Los jóvenes de Celendín, en la ciudad misma o en los distritos, en Cajamarca, Trujillo o Lima, donde estén, se han puesto en marcha y están organizando la red consciente, y subconsciente, de la resistencia, usando a fondo las redes sociales, los blogs, twitter y el correo electrónico.<br />Mis queridos amigos de la asociación <a href="http://celendin.free.fr/PuebloMagico/index.html">Celendín Pueblo Mágico</a> y de <a href="http://celendinpm2.blogspot.com/">Celendín PM</a> pueden estar contentos y orgullosos, pues, su trabajo precursor, ha sido bueno y productivo, han sembrado en la buena tierra y con la buena semilla. Los jóvenes se suman a su batalla para garantizar los resultados, o, por lo menos, para que los depredadores y los corruptos no se la lleven tan fácil. La minera y sus artimañas, las autoridades corruptas, los cómplices y los indiferentes, que lo tengan en cuenta, un movimiento cada vez más amplio y proliferante les hará frente.<br />Algunos de los jóvenes que me han escrito, tienen dudas en torno a lo que deben hacer. La minera les habla de inversiones fabulosas, de miles puestos de trabajo, de desarrollo. A la vez saben que el agua de la comarca depende de la lluvia pero sobre todo de fuentes, lagunas y humedales de altura que, si son tocados, se destruirá o envenenará sistemas absolutamente frágiles de alimentación hídrica en los valles y bajeras.<br />Estos jóvenes, que son estudiantes y que leen, saben lo que ha ocurrido en la provincia de Cajamarca y en la misma ciudad capital del departamento, cuya población hoy está tomado agua del cerro Quilish, que creían pura y preservada, y que en realidad está llena de contenidos químicos, pues antes de que llegue a sus casas ha sido usada por la minera.<br /><br /><div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgLEhTqjaR9ORxQRYmrFw_gTGrkYl74ocMKyXEgG7JSvyFgThm0ZDh41bg7sp9fzhU9bKa7q7-lTf1JFub8FCi8suHMFwfBhzDqxAALhI5rLifKk5Q_SywAmE1tXcZAoTPJsQ5h-gQNiI/s1600/laguna-perol.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 129px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgLEhTqjaR9ORxQRYmrFw_gTGrkYl74ocMKyXEgG7JSvyFgThm0ZDh41bg7sp9fzhU9bKa7q7-lTf1JFub8FCi8suHMFwfBhzDqxAALhI5rLifKk5Q_SywAmE1tXcZAoTPJsQ5h-gQNiI/s400/laguna-perol.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5661078578698987938" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">La laguna celendina Perol, y otras veinte como ella, desaparecerán por acción de la minera, que necesita el agua para lavar el mineral y los químicos que usará masivamente para extraer el oro.<br /></span></div><br />Cajamarca, a mediados de los años 90, en los días del gobierno sangriento y corrupto de Alberto Fujimori, también creyó que la bonanza estaba tocando a su puerta con la llegada de Yanacocha y con la exhibición del primer lingote de oro, brazo en alto, por el dictador nipo-peruano. Es cierto, en los años siguientes, en la ciudad capital, creció la población, se activo la construcción y el comercio, se activó una cierta vida nocturna y aumentó el números de mendigos, delincuentes y prostitutas. Y eso fue todo.<br />Cajamarca sigue figurando entre los departamentos más pobres del Perú.<br />Los jóvenes de Celendín sienten, pues, que hay trampa en lo que les ofrecen, que no les dicen todo, que detrás de las promesas doradas algo los amenaza. Y tienen razón. A ellos les digo que no le crean a la minera, a las autoridades corruptas ni a sus agentes solapados. Hay que buscar y hallar vías de desarrollo que no impliquen la destrucción de la tierra.<br />A ellos les repito lo que ya he dicho en otro sitio: si los codiciosos nos ponen en la disyuntiva de escoger entre el agua que alimenta la vida de nuestros valles y poblaciones, y el oro que las transnacionales sacan para sí, la opción es fácil, votemos por el agua, por la vida nuestra y la vida futura. Los accionistas de las mineras no toman agua de relaves, ténganlo por seguro.<br /><span style="color: rgb(204, 204, 204);">.</span><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-10249101395167855122010-11-19T14:20:00.000-08:002019-09-03T05:01:07.048-07:00"EXTRAÑOS FRUTOS" EN EL "POLIDOR", PARÍS<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdaHcd0gnUd7wEG0P1AgIFw6zCKGjKjptJ3E39RjvfPx1XXwXtuPl_mjncx28OddbvyTJuHeTkOWahZpUrXPqM6oOzJj7W6Xhry2Mx4JGLuUzZD5_Brs1clU0s2-H0x5LVq3MYigoIEtg/s1600/Alfredo+Pita+en+el+Polidor+2010.jpg"><br /></a><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWGNvi_-JsjvQgq-SnIgY6uuVC_j1O6_pF_s1vzSD7jdiMjiHmYm6xvjm7aXlpLWI199AxVT4jWQryTEe43RCKqic298TNrIWmSR-r-ud7ZO4xj4Ln4TaVlz0z8rx-xDlnSiafleiyouw/s1600/Alfredo+Pita+%2526+Santiago+Gamboa.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 262px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWGNvi_-JsjvQgq-SnIgY6uuVC_j1O6_pF_s1vzSD7jdiMjiHmYm6xvjm7aXlpLWI199AxVT4jWQryTEe43RCKqic298TNrIWmSR-r-ud7ZO4xj4Ln4TaVlz0z8rx-xDlnSiafleiyouw/s400/Alfredo+Pita+%2526+Santiago+Gamboa.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5541390762174253650" border="0" /></a></span><span style="font-size:85%;">Estupenda composición del gran Francesco Gattoni. En medio, Santiago Gamboa y este servidor. A la izquierda Elqui Burgos y Ricardo Sumalavia, y, a la derecha (con la ayuda del espejo), Patrick Rosas, también ñato de risa.<br /></span></div><br /><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdaHcd0gnUd7wEG0P1AgIFw6zCKGjKjptJ3E39RjvfPx1XXwXtuPl_mjncx28OddbvyTJuHeTkOWahZpUrXPqM6oOzJj7W6Xhry2Mx4JGLuUzZD5_Brs1clU0s2-H0x5LVq3MYigoIEtg/s1600/Alfredo+Pita+en+el+Polidor+2010.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 266px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdaHcd0gnUd7wEG0P1AgIFw6zCKGjKjptJ3E39RjvfPx1XXwXtuPl_mjncx28OddbvyTJuHeTkOWahZpUrXPqM6oOzJj7W6Xhry2Mx4JGLuUzZD5_Brs1clU0s2-H0x5LVq3MYigoIEtg/s400/Alfredo+Pita+en+el+Polidor+2010.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5541390778753698978" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">En esta foto tampoco aparece el <span style="font-style: italic;">fratello</span> Francesco (porque la está tomado, obvio), pero sí figura alguna gente muy querida para mí: Elqui Burgos, Françoise Thuillier, </span><span style="font-size:85%;">Ricardo Sumalavia, Carlos Dancourt, Santiago Gamboa, Patrick Rosas, este servidor, Laurence Hubert, Angelica Chulak, Eric Elghouzzi, Graciela </span><span style="font-size:85%;">Chulak</span><span style="font-size:85%;">, Ramón Menéndez, quien tiene al frente a Aldona Klemas</span>.<br /></div><br />Anteayer se presentó en París, en el Salón del Libro, mi libro "Extraños frutos" (Fondo Editorial UIGV, Lima 2010). Como su nombre no lo indica demasiado, el Salón es una linda librería; la dirige Alexandre de Nuñez y es la única que actualmente defiende los colores y las letras de América Latina, de España y del castellano en la luminosa París, donde las librerías están perdiendo la batalla frente a las tiendas de ropa. La velada fue concurrida y muy, pero muy simpática. En torno al libro y a las impresiones de Ricardo Sumalavia, que vino de Burdeos para presentarlo, los amigos se reunieron para arropar y celebrar ese manojo de historias que ya no son mías. Algunos reaparecieron después de años, otros venían desde lejos, Santiago Gamboa desde Italia (para participar en "Belles étrangères", festival literario este año dedicado a Colombia, de cuyo programa se escapó para estar con nosotros), Patrick Rosas desde su castillo de Alençon... Tras la presentación y el vino ofrecido por el Centro Cultural Peruano (Cecupe), algunos nos dirigimos al <span style="font-style: italic;">Polidor</span>, un restaurant mítico, frecuentado en su hora por Ernest Hemingway, Julio Cortazar y otros santos de nuestra devoción. Allí terminamos el festín. A todos los que han querido acompañarme en esta noche especial y, para mí, memorable, toda mi gratitud. A los ausentes, y pienso en ustedes, mis queridos José Manuel Fajardo y Karla Suarez, entre tantos otros, todos estuvieron a nuestro lado, brindando, no les quepa la menor duda.<br /><br /><div style="text-align: right;"><span style="font-size:85%;">Fotos: © Francesco Gattoni</span><br /></div><span style="color: rgb(204, 204, 204);">.</span><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-62581437770597868762010-10-01T16:59:00.000-07:002019-09-03T05:01:07.210-07:00ELECCIONES: Un voto por el futuro<span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold;">MI VOTO POR SUSANA VILLARÁN</span></span><br /><br /><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold;">Por Alfredo Pita</span><br />¿Por qué este domingo, desde lejos, votaré, in pectore por supuesto, por Susana Villarán, la candidata del movimiento Fuerza Social para la alcaldía de Lima? Aquí, mis razones.<br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6Di8F0FRLccf0swHDSI3vmntsV5Je7epF7fUaT_EYPR8I2PFYX2fze8nekgGUsoqPvr8SUbLTlW611HhavDsWwTL63fXEISootjlAGz0l57suzJIQa4-0vdOqFdint8eRmpZtFGe4tW4/s1600/SVillaranFs.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 135px; height: 147px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6Di8F0FRLccf0swHDSI3vmntsV5Je7epF7fUaT_EYPR8I2PFYX2fze8nekgGUsoqPvr8SUbLTlW611HhavDsWwTL63fXEISootjlAGz0l57suzJIQa4-0vdOqFdint8eRmpZtFGe4tW4/s320/SVillaranFs.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5523237007159751682" border="0" /></a>En 1980, luego que la Constituyente de 1979 revelara el gran campo electoral que había conquistado la izquierda, todas las esperanzas estaban permitidas para que en el Perú, a corto plazo, el campo popular llegara al poder por las urnas, por la primera vez en la historia, reeditando la proeza del socialista Salvador Allende, en 1970, en Chile.<br />La elección de Alfonso Barrantes, en 1984, como alcalde de Lima, reafirmó esta posibilidad. Barrantes fue elegido por el pueblo no sólo para que resolviera problemas sino también para que paliara una compleja situación de crisis política en el campo popular que comenzaba a dispararse en aquel momento. No lo logró.<br />La insurgencia demente de Sendero Luminoso, en 1980, y la represión implacable que desató el poder, que se ensañó sobre todo con las inermes poblaciones campesinas de la zona del conflicto, minó poco a poco la opción de la izquierda democrática y, este fracaso, creó las condiciones para que en los siguientes 30 años los peruanos sufrieramos el imperio de la derecha nuestra, pacata, ignara, huachafa, violenta, corrupta y antinacional.<br />Esta etapa ha terminado. Todo parece indicar que el pueblo peruano está despertando de su letargo y se niega a seguir siendo manipulado por los fariseos de siempre. Por este nuevo amanecer, y por nuestros hijos, por los niños peruanos de hoy y por los que vendrán, este domingo todos debemos votar por el futuro, por nuevas políticas para nuestra sufrida sociedad, más democraticas, modernas e inclusivas, menos racistas, más respetuosas del ser humano.<br />Votemos por Susana Villarán, a quien no conozco personalmente, pero que es, sin duda alguna, quien mejor representa, hoy entre nosotros, estos nuevos valores. Lo prueban la avalancha de ataques taimados que está sufriendo de parte de los medios que sirven los intereses de quienes siempre privilegiaron su bolsillo antes que la salud o la educación del pueblo peruano. Esto me basta.<br /><span style="color: rgb(204, 204, 204);">.</span><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-3638821706448572522010-09-11T09:58:00.000-07:002019-09-03T05:01:07.371-07:00LA CONCIENCIA, LA MEMORIA Y LA IMPUNIDAD<div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><span>FRENTE AL INICUO DECRETO 1097</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Por Alfredo Pita</span><br />En un clima que creíamos superado, de manipulación de la opinión y de explotación de los miedos que aún genera el terrorismo, el gobierno peruano y sus adláteres se están esforzando por montar un marco legal que sustituya leyes actualmente vigentes, con el propósito de garantizar la impunidad de criminales que cometieron, en las últimas décadas, en medio de la lucha contra la subversión, delitos de lesa humanidad contra la población.<br />No se puede interpretar de otro modo la aprobación de instrumentos como el Decreto 1097, que busca anular en forma elusiva y taimada –por el tiempo transcurrido, por falta de pruebas o por otras razones mañosas— los procesos en marcha contra militares que violaron los derechos humanos durante la guerra interna. Estamos ante un claro intento de iniciar, e imponer, un proceso de impunidad más amplio de lo que parece, que beneficie a estos procesados y a otros, que aún no lo están, por delitos similares.</div><div style="text-align: justify;"><br /><br /><div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDOz_mVsDS9vVOyDLycbycLp7g8NVrKI_1slLiyeWXE6Znd3_vRlcEnYd0weJJLJz1VPSeUqczK9RU8YEcc-rMUUSiZb1evaD3OxYhI5NULvkRmK7L1e8lbu1Ohef_iFqp87Xi6ursD_o/s1600/090830115644_sp_galeria_putis_1.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5516178205844951666" style="display: block; margin: 0px auto 10px; width: 400px; cursor: pointer; height: 300px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDOz_mVsDS9vVOyDLycbycLp7g8NVrKI_1slLiyeWXE6Znd3_vRlcEnYd0weJJLJz1VPSeUqczK9RU8YEcc-rMUUSiZb1evaD3OxYhI5NULvkRmK7L1e8lbu1Ohef_iFqp87Xi6ursD_o/s400/090830115644_sp_galeria_putis_1.jpg" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">Unos 123 campesinos, entre ellos mujeres y niños, fueron masacrados por el ejército en Putis, en 1984, y enterrados en fosas comunes, en una de las mayores matanzas de civiles durante el conflicto interno peruano. Foto BBC Mundo.</span><span style="font-size:85%;"><br /></span></div><br /><span style="font-family:trebuchet ms;"></span><div style="text-align: justify;">Como si no bastara con la inaplicación de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, que debieron precisamente haberse aplicado para que nuestra sociedad superase los traumas de la guerra interna y los heredados de la historia, traumas estos últimos que permitieron el desmadre de la violencia de los 80 y 90, ahora tenemos que en el Perú hay autoridades que quieren reeditar la Ley de Punto Final argentina y otros engendros legislativos del mismo corte.<br />El caso es que, como lo han demostrado los casos argentino y chileno, y otros, por más que se intente cercenar la memoria de los pueblos, ésta siempre permanece, y, le pese a quien le pese, al final siempre impone la sanción que los crímenes merecen. De nada servirá barrer pues, como se intenta ahora, la basura bajo la alfombra con decretos fraguados por intrigantes y tinterillos. A la larga, la sanción, impuesta por la justicia peruana o por los tribunales supranacionales competentes, caerá sobre los responsables, puesto que los crímenes de lesa humanidad son internacionalmente imprescriptibles.<br />Si por el particular carácter de las instituciones peruanas, o por alguna otra falla, los criminales al final lograran burlar la sanción, ésta de todos modos llegará, porque la memoria colectiva, y selectiva, se encargará de alimentar a la Historia. Los criminales de todos modos serán sancionados, aunque sea moralmente, de cara al futuro.<br /></div><br /><div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisOkqqBqJbFzUnnbT8atR4Tx4Lph19RZwYRKzWEOOHXq-2rM-chaKVfK9MtPzmUGQHF_FaJteTAwDxp9nXEC8VrjwvkMmbB-dvjjJ-mtFPAqyFq5BIvvYTtHtWpD5JpbhNAwIZvOaCbQE/s1600/090830115711_sp_galeria_putis_3.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5516177718394391218" style="display: block; margin: 0px auto 10px; width: 400px; cursor: pointer; height: 300px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisOkqqBqJbFzUnnbT8atR4Tx4Lph19RZwYRKzWEOOHXq-2rM-chaKVfK9MtPzmUGQHF_FaJteTAwDxp9nXEC8VrjwvkMmbB-dvjjJ-mtFPAqyFq5BIvvYTtHtWpD5JpbhNAwIZvOaCbQE/s400/090830115711_sp_galeria_putis_3.jpg" border="0" /></a></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;"><span style="font-family:trebuchet ms;"></span>En agosto de 2009, familiares de las víctimas de la masacre cometida en Putis, trasladaron los restos de 92 civiles hacia su sepultura definitiva. Foto BBC Mundo.</span><br /></div><br /><span style="font-family:trebuchet ms;"></span></div><div style="text-align: justify;">Durante la guerra interna, las fuerzas armadas se enfrentaron a las bandas terroristas y las derrotaron. El problema es que, en este empeño, muchos militares secuestraron, torturaron, violaron, asesinaron y desaparecieron a miles de civiles peruanos inocentes, campesinos quechuahablantes en su mayoría. Ni la sociedad ni los militares peruanos tendrán paz ni futuro si las fuerzas armadas y el poder no deslindan y rompen con este pasado, pidiendo perdón a las víctimas en primer lugar. Todo esfuerzo en sentido contrario no sólo será una farsa sino también otro crimen.<br />El escándalo del Decreto 1097 está provocando en el país fuertes reacciones individuales e institucionales, y no es para menos. El Perú y los sectores conscientes de la sociedad peruana están otra vez en un momento decisivo de la historia. Estamos ante un momento de quiebre no sólo político sino moral, que afecta a toda la colectividad nacional, por lo que el deber de todo ciudadano peruano informado y responsable es alzar la voz y decir lo que nos dicta la conciencia.<br />Ante esto, quisiera dirigirme al “gremio” de los escritores, por llamarlo de algún modo. Los escritores peruanos, y los creadores en general, debemos ponernos de pie en esta hora, tan numerosos como podamos, para protestar por estas maniobras indignas de la democracia que se dice que vivimos.<br />En una sociedad como la peruana actual, en que la incultura es cultivada con ahínco, para manipular precisamente a las masas adormecidas, la voz de los intelectuales, de los que se supone entienden mejor lo que pasa, debe alzarse para alertar a nuestros conciudadanos. Esta actitud cívica es hoy más que nunca necesaria. Callar ante los hechos que vemos es arriesgar, como en los años 80, pasar por ingenuos, por interesados o por cómplices.<br /><br /><div style="text-align: right;">París, 10 de septiembre 2010.<br /></div><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-9820150442154059762008-06-03T16:29:00.000-07:002019-09-03T05:01:07.530-07:00CENTRO DE LIMA: EL INFIERNO EN "EL AVERNO"<div style="text-align: justify;">El texto que sigue -un mensaje que me ha hecho llegar el poeta Juan Cristobal- no necesita mayores comentarios. Este es el clima que alguna autoridad delirante, en el Perú, está creando por su cuenta, o bien mandada, con el objetivo supuesto de sembrar en el espíritu de los peruanos la idea de que hay gente que trabaja por su seguridad, por la paz, por el orden... Y, ¿qué hace esta autoridad? ¡Pues envía pelotones policiales a sembrar el desconcierto, la violencia y el amedrentamiento en los bares y centros culturales que frecuentan los poetas! Esta autoridad, menudo favor le está haciendo al poder, o a los poderes, que cree servir.<br /><br />¿QUE ESTÁ PASANDO EN EL PERÚ?<br />¿POR QUÉ AHORA LA POLICÍA SE DEDICA A HOSTIGAR A LOS POETAS?<br /><br /><span style="font-weight: bold;">TESTIMONIO DEL POETA JUAN CRISTOBAL SOBRE LOS SUCESOS DEL VIERNES 23 DE MAYO 2008 EN EL CENTRO CULTURAL "EL AVERNO", EN EL CENTRO DE LIMA.</span><br /><br />Días antes del suceso, hablando con Jorge Luis Roncal, del Gremio de Escritores, le planteé que en el particular momento que vivimos debía haber una coordinación entre las instituciones culturales, en torno a puntos concretos y de manera horizontal.<br />Le sugerí una reunión con el Pen del Perú (que preside Tulio Mora), con los Viernes Literarios (Juan Benavente), antes de ver a otras agrupaciones. Roncal aceptó mi propuesta, por lo que pedí a Tulio y a Rosina Valcárcel que nos reuniéramos para informarles de la idea y para formular una propuesta. Lo mismo hice con Benavente.<br />Acordamos con Tulio y Rosina reunirnos ese viernes a las 5 pm en casa de Rosina, quien finalmente, por razones familiares, no estuvo disponible, por lo que Tulio planteó la postergación de la cita.<br />Aún me quedaba la posibilidad de ir al centro de Lima a buscar a Benavente. Mi interés surgía de mi convicción de que una coordinación cultural, de llegarse a un acuerdo, sería algo importante para todos.<br />Ubiqué a Benavente y conversamos un buen rato. Al final, después de preguntas y respuestas, estuvo de acuerdo con la posible y futura reunión. Al salir nos encontramos con Teófilo Gutiérrez, con quien también dialogamos, antes de dirigirnos a El Averno.<br />Sabía que en semanas anteriores, en El Averno había habido dos intervenciones policiales, por lo que quería saber cómo se habían dado los hechos. Mi intención era conversar con algunas personas al respecto. No sabía que también yo iba a ser testigo. Me encontraba en el local ya una media hora (serian las 10.15 pm) cuando llegó un grupo de unos diez policías amenazantes. Curiosamente, también había gente del serenazgo del Municipio de Lima, igualmente en postura agresiva.<br />Al comienzo la gente de la puerta les impidió la entrada, pero finalmente la dotación policial entró por la fuerza. Vi como agredían al gerente del local y a su esposa, a quienes hasta esa noche no conocía. Frente a esto, intervine y me enfrente a los policías, quienes también me agredieron a varazos. Luego echaron varias bombas lacrimógenas al local, que, por ser pequeño, se volvió una trampa asfixiante. Si se suma a ello que yo soy asmático, el resultado del "tratamiento" fue que caí en un aturdimiento temporal. Felizmente alguien me retiró del lugar y me embarcó para mi casa. Este es mi recuerdo.<br />El balance físico es arduo. La recuperación me dura hasta ahora. Pasados los dolores abdominales del principio, que fueron intensos, así como el de las costillas, lo que más me está durando es un cuadro rinofaríngeo. En cuanto al balance político, está por hacerse.<br /><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-9988561023535162792008-05-03T02:51:00.000-07:002019-09-03T05:01:07.694-07:00TULIO MORA, TOLEDO Y 3 POEMAS<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: justify;"> <span style="font-weight: bold;">EL PAGO DE LA REPARACIÓN Y LOS ÁNGELES</span><br /><br />Me escribe Tulio Mora, el viejo amigo, el primer condiscípulo que se me acercó en la Ciudad Universitaria de San Marcos, en aquel abril de los cachimbos de 1967. Él venía de Huancayo, yo del norte. "¿Tú escribes, no?", me dijo y me llevó a conocer a José, a Elqui, a Oscar, a Ana María, a todos los que ya conformaban por entonces el proyecto de la revista "Estación Reunida", que luego sería nuestro club implícito de bohemia adolescente, más que grupo.<br />En los años siguientes, Tulio adhirió a "Hora Zero" y se convirtió en uno de sus puntales, al tiempo que se dedicaba a sus diversos proyectos de promoción cultural.<br />Nada de esto le ha impedido una permanente participación y vigilancia cívica.<br />Me escribe unas líneas a propósito de una información, fechada en Berlín, según la cual el presidente Alejandro Toledo habría desechado una ayuda del gobierno alemán que le habría permitido empezar a pagar la reparación a las víctimas de la violencia, tal como lo recomendaba la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). Dice Tulio:<br />"Yo trabajé en su gobierno y me jacté de que el mismo fuera, aparte del de Paniagua, el único que mantuvo el respeto a los derechos humanos y de que él se marchara sin sangre en las manos. Hubo sólo dos muertos durante su gestión: el alcalde de Ilave y un estudiante universitario, también en Puno, pero esto último le costó el cargo al general que sacó a la tropa.<br />Sería realmente lamentable (la información sobre la ayuda alemana, nota mía) y hay que sacarla a la luz para desenmascararlo".<br />Pasando a su trabajo literario, Tulio me alcanza tres poemas inéditos -formidables, a mi juicio-, que están dedicados al poeta puneño Carlos Oquendo de Amat, "el ángel detrás de la lluvia", y a dos amigos comunes nuestros, al querido José Antonio Ríos, "el ángel turbulento", y al poeta infrarrealista mexicano Mario Santiago, "el ángel en las pelusas de la noche". Los comparto con los lectores:<span style="font-size:130%;"></span><br /></div><br /><span style="font-size:130%;"><br /></span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="font-family:arial;">ÁNGELES DETRÁS DE LA LLUVIA</span></span><span style="font-size:100%;"><br /><br /></span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="font-family:arial;">Tulio Mora</span></span><span style="font-size:100%;"><br /><br /></span><div style="text-align: right;"><span style="font-style: italic;font-size:100%;" ><span style="font-family:arial;">Pues muertos están los ángeles y ciego se quedó el Señor.</span></span><span style="font-size:100%;"><br /></span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="font-family:arial;">Paul Celan</span></span><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><span style="font-size:100%;"><br /></span><span style="font-size:100%;"><br /></span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="font-family:arial;">CARLOS OQUENDO DE AMAT</span></span><span style="font-size:100%;"><br /></span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="font-family:arial;">EL ÁNGEL DETRÁS LA LLUVIA</span></span><span style="font-size:100%;"><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;"> </span><br /></span><div style="text-align: right;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-style: italic;font-family:arial;" >Yo sé que tú estás esperándome detrás de la lluvia.</span><br /></span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="font-family:arial;">C. O. A.</span></span><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">En ese sueño Oquendo mira tras la lluvia su tortura. Lo visten </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de overol y encogido en un barril emite el suspiro más horrendo.<br /></span></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Tiene el agua que lo enturbia rencor de ladrillo y pasadizo, </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">los cables desprenden un arco voltaico entre sus plumas, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">el agitado relumbrón de la lámpara duplica las plegadas alas </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">sucias de abono y melancolía. Crece bajo pan de estrella </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">un llanto de tuba, muecas de martirio, silencio impío. El ángel </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">se sale de su funda, entra en el dolor de Oquendo, le borra </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">la flacura como borra el contacto de tu cuerpo la marca del jabón. </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Luce ahora terno gris -Oquendo, o sea el ángel- y al pie del lago </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">baila tangos. Hay en ese asomo de sonrisa un mapa que siempre </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">lo conduce a dormir en la vacía banca de una iglesia, a una batalla </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de pistoleros en la frontera, a los plátanos de una danza erótica </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">que la ballerina arroja a la platea y Oquendo, el ángel demacrado, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">los devora. Flores en la balanza pesan lo que su limbo entero, </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">moretones en la piel y la tos manchada, tos de cueva, a escondidas, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de vergüenza pura. La madre bebe ron de quemar o trementina, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">se frota la sortija, tizas (o plumones) de colores decoran la pizarra: </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">palabras de incontenido ardor, lo que se mira es lo que se piensa </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">es lo que se siente, un paisaje sentimental. El ángel vanguardista </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">calza de lejos. Poemas son avisos comerciales: con sus tubos </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">rojos, en lo espigado de la ciudad, anuncia elefantes ortopédicos</span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">y caen manzanas del bigote del aviador. Sólo por el afecto de trazar </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">itinerario a la ironía, imagina al mariscal Benavides en el teléfono: </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">¿qué diámetro desea para su barril? ¿Cuántos kilovatios toleran </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">sus indefensos testículos? ¿Ha pensado en un desodorante mientras </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">lo cuelgan en el potro? Ademanes ascendentes, toses de ocasión </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">y vocación. Si riera el ángel cuando menos podría Oquendo </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">perdonar a Oquendo. Algo cae de sus brazos: el padre, bellísimo </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">en su intransigencia, contempla al obispo del Ku Klux Klan</span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">que convoca a las mesnadas y brilla la casa del doctor afrancesado </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">con hachas de fuego feudal. Esa madrugada le viene a la memoria, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">viento atracado en la zampoña, resuellos de carrizo apuran </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">la fuga familiar. El padre: lo dejé en la ventana, la madre: su foto </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">era un intento de suicidio, los amigos: no era un ladrón de frutas </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">pero estuvo a un pelo. Y ¿tiene usted una vara de eucalipto para </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">escribir en las arenas claras esa confianza de salir de la prisión</span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">ni delator ni delatado? Los que fueron a su tumba: el cantinero </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">derramó, sobre una torre de copas de champán, la cascada </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">mineral que bebimos en su honor. Muy Oquendo, muy virrey, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">un comunista señorial sin cama y con el pulso de esos pasajeros </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">que viajan colgados de sus caligramas. Una mirada (muy francesa) </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">remedando y remendando el mundo. Habría que salir del polvo </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de sus tizas de colores para comprender ese consuelo de arquitecto: </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">grandes avenidas, bocinazos, alegría aun en policías de un azul </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">apuesto. Lo moderno, nuestra mierda nacional, royéndole los pocos </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">bronquios, el poco dedo que rozó las teclas de la máquina </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Underwood. Y lo tangible, lo medible, lo pesable: 5 metros, </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">por ejemplo, es la extensión del traje que ocupó siempre a deshora. </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">El ángel que ahora bañan, tan Oquendo como el patio donde </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">una muchacha prende un cine, un cisne en su mejilla, pasa en limpio </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">sus poemas en papel japón. Llueve siempre, llueve inmaterial, pero </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">ya no llueve limpio. Y a gritos se derrama en la ablución punible. </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Ser casi de verdad, castigo en tanta ala, comedor cansado </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">en plato de brisa. Un testigo: bueno, uno es peruano y tiene </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">su accidente policial, ¿qué Oquendo no es un ángel a la hora </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de mostrar sus documentos? Y sin embargo se pinta golondrinas </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">en las cejas, se toca el pulso, registra los grados de la fiebre, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">cuida sus esputos. Papelitos impecables, servilletas de lujoso hotel </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">doblados con esmero se llevan la escritura del pulmón ferido. </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Una enfermedad de siglo, agrega el mariscal, una cifra, asiente </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">con una reverencia escoria obispo, que ya catorce mil Oquendos </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">pasan por el mismo pasadizo antes de leer poemas acéntricos. </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Cierto, algo nos afilia a su mueca compasiva. Hay en el ángel </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">con anteojos rayos láser una mirada que picotea en el futuro, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">eso es poesía acéntrica, la ciudad de letreros invertidos: prohíbe la tristeza, </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">en el hotel del Grito repinta el fajín del horizonte, lee con prisa </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">los diarios del año 2100, ¡un doctor, un doctor! (llama a su padre), </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">receta píldoras de mar y riega a la luna en la maceta. Construir otro </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">cielo, qué tal locura modernista. Usted dirá, ¿por qué no?, era un poeta, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">¡está mintiendo!, grita el prefecto de Arequipa con su diente de oro, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">¡nombres, nombres!, las oxidadas paletas del ventilador dan rienda </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">a su concierto. Pasemos del barril a Puno, a esa foto donde baila </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">el tango de su última sonrisa. No ha regresado allí desde </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">su infancia, padre/madre, la heredad en latas de humo, nada </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">ha quedado, salvo avispa obispo, el futuro salta cojo entre los surcos. </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Su primo: reía en un chorrito, la novia junto al auto: le gustaba </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">conversar con viejas lavanderas, un soldado: lo andaban persiguiendo </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">desde Oruro. En esa danza va en arcángel a espantar al diablo </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">macho, al diablo diablo, craneando descolgar sus tizas, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">remojar al sol en una frase de ríos bondadosos, recordando </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">al cronista policial que obsequia al carterista la ternura del apache </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">y a Tom Mix la cabalgata recia en auto patrullero. Otro aviso </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">comercial: relojes anudados a despreocupadas rosas y cae, cae, cae </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">el ángel del piso 25 y en todas las ventanas Oquendo lo despide </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">casi feliz, casi perdiz, al alquiler de la mañana, en vals de trenzas, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de tarjetas, de nostalgias. Y Mary Pickford besándole los ojos. </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">¿Era feliz?, se disculpa el mariscal, ¿era lombriz?, mete su cuchara </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">escombro obispo. Pero entonces lee la carta: otra muerte, otro </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">padre, otra tos que resbalar por los pañuelos perfumados del salón. </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Suena el fox-trot en esa mancha sin sílabas que brota de su sangre. </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Padre, se repite, viendo la foto del sepelio, los números de Amauta, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">la silla de ruedas donde lame un gato la sombra de Mariátegui. </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Quizá el otro ángel amputado lo vio con ojos nuevos, atado a las rejas </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de un jardín de espejos. ¿Oquendo?, cuídese esa tos, deje a los obreros </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">con su gorra a cuadros capturar el cielo, concluya usted el verso </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">que dejó colgado en la falda de las chicas. Pero ya caen al barril pumas </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">e indios con sus botas de oro, la madre con su nombre lento y sus músicas </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">humildes. El ángel de la lluvia cruje, Oquendo entra al sueño verdadero.</span><br /></span><span style="font-size:100%;"><br /><br /><br /></span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="font-family:arial;">JOSÉ A. RÍOS</span></span><span style="font-size:100%;"><br /></span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="font-family:arial;">EL ÁNGEL TURBULENTO<br /></span></span><span style="font-size:100%;"><br /></span><div style="text-align: right;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-style: italic;font-family:arial;" >Los voy a buscar hasta el infierno.</span><br /></span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="font-family:arial;">J. A. R.</span></span><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Al ángel turbulento la noche le parece residir </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">al interior de una botella rota. A sus 20 años </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">él y los ángeles cuatreros ya se pintan con el rojo </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">bandera de las emboscadas, en forros de dudosa </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">referencia a dogmas que acumulan capítulos </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de muerte, pichones de la hoguera donde -esa es </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">la artera partera de la innoble gloria- más arderán </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">en masa, en mesa de naufragios, en misa de labios </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">arrancados. Malos sueños, rabia desvestida, </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">postergaciones del deseo bajo amenaza </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de una clonación del tiempo pervertido </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">contra inclementes profecías. Un auto </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">se marchita en esa luz de menta donde las armas </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">pesan lo que ausentan, fogonazos y sorderas, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">la cremación en grandes hornos industriales. </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Una sola certeza: el ángel del abismo, de idioma </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">fronterizo y arrojado a la ambigüedad, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">por puro instinto huye por zaguanes hacia atrás </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">donde ya todo le ha ocurrido. Nadie más </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">turbio que él, murmulla él de sí en el aire </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">enrarecido por los grillos y el verano yendo </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">por ese torbellino hacia las cuentas pendientes </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">que se arreglan, como en el cine, con disparos y falsos </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">pasaportes. Al bronco alborotado el minúsculo </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">montón de cálidas coartadas y esas mañas </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">sin mañanas que se pesan por atroz revelación. </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Planos de bancos asaltados, tiroteos en playas </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">pedregosas, épicas que atizar con disolvencias </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de luz, desasidas crujen las bisagras de la historia </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">y no pasan más los pájaros por su cielo de agua </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">tibia -si es que tiene cielo- donde él sueña reposar </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">con mancebos mondados y montados. Corvas dunas </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">del insomnio siempre similar, como dos gotas </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de ron, se piensa de quien grito y garabato </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">escribe de la bruma cuando da con su memoria </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">condenas de sí solo, saliendo al mundo </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">como de una madriguera. Un perro terminal. </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Con mano que acaso acariciara sus propias </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">perforaciones de la fe, y no este anticipo </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">del gran río de una tragedia inacabable, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">en descampado incendio traza el círculo virtual </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de la zozobra: ¿apenas somos la copia desgastada </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de un mismo rencor? ¿Lo que quisiéramos </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">precipitar tiene una sola derrota y todas las traiciones? </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">¿En qué volcán recién parido ahogaremos al sol </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">del exterminio? El ángel turbulento mira de reojo </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">la última acuarela de Lima, extraviado en afilado </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">rayo y sabiendo que asiste al entierro del futuro.</span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Por eso petardea al luto de la madrugada </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">decorándola con el destello de una estrella </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">delatora. A él, el ángel turbulento, de pellejo </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">duro y ronquera del infierno, a él y los otros </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">gavilleros de aromados sobrenombres </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">que en el mapa de las conspiraciones pretendían </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">degollar al animal destino, los prendedores </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">del peor remordimiento. ¿Así todo arrancó, así todo </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">mancó? Claro, aún puede decir -pero ahora está </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">en Varadero escurriendo en el cuerpo de arena </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de un miliciano una afrenta inmerecida-: si escarbo </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">hacia adelante más muertos danzan y no los lloran </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">ni la lluvia del reposo ni el responso de la revolución. </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Solitario de todas las cantinas, de risa desbocada </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">y apacible furia que jamás lo desocupa </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">destrenza de las eras proscritas inocencias. Un ángel </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de esquina alerta ante las cercanas ululaciones </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de patrulleros y redadas. ¿Enero? Siempre fue enero </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">para él, leal a toda despatriada sombra. Así quedó </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">bajo nubes mariconas, asolapadas en la eterna sospecha</span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">pero siempre de intacto júbilo y con toda su fragilidad </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">salvaje. Ya en París, muchos años después, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">con la tribu de los saqueadores del barrio XVI, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">se reconocería el inquilino travestido de Polanski </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">borroneando la imagen de la misma noche: </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">filósofos de ironía comedida, abogados de crispados </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">laberintos, poetas renegados de nostalgia, con ellos </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">traspirando invariables pesadillas. Todos duraron </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">lo que ya se está muriendo, yéndose por el mismo </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">callejón con los ariscos a ese punto en que el espejo </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">lame el océano de otra sangre. Lo veo inmóvil </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">en esa secuencia de un poste resplandeciente</span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de polillas donde el gángster se toca el corazón </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">y sabe que aún sobreviviente ya no es él, ni siquiera </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">girando el tambor de su pistola o de un recuerdo </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">moribundo. El de erráticos arranques, con sus bromas </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">vocingleras, piensa desde entonces y siempre </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">sin remanso, trascribiendo a control remoto </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">este presentimiento: el asma de su discordia </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">ya tuvo una infancia demolida y contra él mismo </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">vuelve a echar la venganza de esa iniquidad </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">incitando las batallas de su alma a una aspereza injusta. </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Callos de la suerte, después surcos, billetes </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">suspendidos en la niebla, una pericia policial. </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Perro peripecia errando por todos los costados </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">del fracaso, sí, hay un cielo que tumbar, pero </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">¿cuándo y para qué? Fue en enero, en ese mes </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">ladrón de sol y noches sin anestesia. Tres tristezas </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">le bastaron como imagen del mundo. Ahora </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">muerto el ángel turbulento y sus amantes </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">se van de aguas a un bar de espejos redimidos. </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;"> </span><br /><br /></span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="font-family:arial;">MARIO SANTIAGO</span></span><span style="font-size:100%;"><br /></span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="font-family:arial;">EL ÁNGEL EN LAS PELUSAS DE LA NOCHE</span></span><span style="font-size:100%;"><br /></span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="font-family:arial;"> </span></span><span style="font-size:100%;"><br /></span><div style="text-align: right;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-style: italic;font-family:arial;" >Aquí está el poeta surgido quién sabe de qué oscuro vientre</span><br /></span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="font-family:arial;">M. S.</span></span><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Echado entre sus libros, con una fractura en la clavícula,</span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Mario se ve rodando por los escalones de mármol </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">del palacio de Bellas Artes: ganosa, gansosa de un crimen </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de letras, la poesía mexicana se defiende. Una navaja </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">reluce bajo el solemne faro de su fama y el agridulce autista </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">es expulsado por su lengua de Pachuco saltando entre </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">las mesas del Blanquita, como habría hecho Tin Tan o Marcos </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">sin pasamontañas. Aspira pegamento en una bolsa bajo </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">el consuelo de la luna cuernilarga, meciéndose en una cúpula </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">radiante: el símbolo que estorba en esa arquitectura sin revés. </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Le aburre el entramado simétrico del techo, él hubiera </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">preferido un caos de telaraña. Piensa en Euclides, según </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">la venganza de Harry Martinson, midiendo las losetas cuadradas </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">del infierno, “el país plano de la maldad”. ¿No existe acaso </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">ese país, el padre que elige la coartada de la ausencia o del pasado </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">para negar al poeta renacuajo -mezcla de perro venusino </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">& caracol marciano-, su lengua de carnales y rascuaches?</span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Estuches de casetes dispersos son vagones de un tren </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">descarrilado, la liebre desinflada del colchón al centro </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de la sala, paredes enchapadas de madera y un pino </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">raquítico creciendo en un barril de la azotea. ¿Morrison </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">o Jagger?, husmean los lobos penitentes en las pelusas </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de la noche. No en el techo, sino en el vacío que arruma </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">una guitarra, como una religión, Mario raspa el aire: </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">al estallar el verso un lustrabotas cruza la amplia aduana </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de la divinidad. En esa danza travestida del albur gotean </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">el mezcal y su gusano, hay hornacinas art nouveau </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de yeso -¿para poetas premiados, aplaudidos, becados </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">por la revolución?- y ladra el perro de la Virgen Anaranjada </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">antes de correr por las paredes como un motociclista </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de circo. La mansedumbre en una nube, esa concreta </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">noche de Tepito: smog, escarcha, ríos de sandía. </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Vibra el piso de madera ante el paso de un avión,</span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">es el pequeño dije que se cuela por los trazos </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de su lapicero sobre un cuaderno de caligrafía: así </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">emergen sus poemas hijas drogas del drogo de quien </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">viene, las migajas-hoguera de su pan galáctico,</span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">rayando, subrayando a la pantera que de un salto </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">desciende de un camión antes de cruzar el aro de la noche </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">striptisera. El ojo -y la lengua- atrapados en esa trampa </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">urbana no pasan por el adn ceremonial de la poesía </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">mexicana. Ergo: alguien, sobra y sombra, histrión de hueso </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">sobre hueso, en la lerda Enciclopedia de la Amnesia </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">no registrará jamás el ácido semen de su nombre.</span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Un patrullero brama en la ciudad donde el haikú </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">se graba en la enyesada pierna, menos que luciérnagas</span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">afuera brillan el vidrio y la navaja. ¿Tiene caso </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">despachar del alma otro sentido? El amoroso desmadrado </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">recuerda a la muchacha que fue rastreando desde </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">el metro de París hasta un kibutz de Hebrón, pero antes, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">y en su nombre, bajo las exactas campanas de Viena, </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">escribió prolijos expedientes para una potencia </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de la Guerra Fría. Ángeles de pulquería, las moscas </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de su sueño se duplican, estorba el signo en la clavícula </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">pagana, otro hueso, otra espina renuevan su belleza </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">en esa playa donde la espuma es la escritura inútil </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">que se lame de la misma nostalgia: un beso eterno. </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Cómo interpretar una poética de rasurar tunales, qué </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">engranaje del discurso muerde el corazón de Wirikuta: </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">la gorda madona mercantil (&), la cifra (1) que refunde </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">el sexo del artículo, el verbo tromba en las ovejas </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">ramoneando su lanuda suerte en el último arroyo de Tlalpan. </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Entras en su patria y es el zaguán de los milagros invertidos, </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">maya trascribiendo el Ciclo Incierto de la Transa </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">y la evasión masiva por las púas (/) de Tijuana, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">cuádruples puntos (::) en el lampiño coyote de la migra. </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">El grado cero paradero en el pronóstico sin tiempo. </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Mario Santiago, hay veces que la tierra se sacude </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">las escamas y las nuevas pirámides se caen, naipes </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de Tarot aplastados por la planta de un gigante, pasa </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">el huracán con su antifaz de narco y en la luna calva </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de la Guadalupe montas a pelo el cráter del volcán. </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">Cero pues a la hora del incendio. El dolor ha rebrotado </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">mientras la arquera Diana, en la azotea, oxida sus senos </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de forjado hierro en la puerta del inmóvil ascensor </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">desde los tiempos de Zapata, salta el polvo tras el bote </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de una pelota de básket y zapatean los muchachos </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">vigorosamente, cantando alrededor del pino: “en mi </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">metro cuadrado no se mete nadie, estamos bailando </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">mi tragedia y yo”. Y las hojas de afeitar (azules, </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">descartables) reposan en el húmedo musgo de la ducha, </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">chapas de cerveza ruedan como los dados ruidosos </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">del Señor mientras el sobreviviente agradecido se faja </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">lentamente el hombro chivo de las expiaciones donde </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">la poesía mexicana ha blandido el sonoro mazazo </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de la mafia. Agradecido de vivir, no de escribir, de no ser </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">electroshockeado/como su carnal más chavo, se siente </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">madre de su madre (el poeta abuela del venado), </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">arrumando cuadernos de blasfemias, donde su mirada </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de alacrán o colibrí lava a la peña soledad de los ácidos </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">chubascos. En esa azotea de un palacio colonial, maniquíes </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">y puestos de comida al paso/al peso notarías, hay otra </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">diosa en la escalera de piedra, sudada, renegrida, cables </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">de luz son el tejido muscular en la botella de formol, otros </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">casetes -más himnos de Lou Reed- y menudos conejos </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">que olisquean lo que siempre dejas, Mario, hebras de tabaco </span><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">en los bolsillos, una sonrisa invicta y escogidas frases de la burla. </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">También la luna como bola de billar que traza una impecable </span><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;">curva en el paño del desierto. Y en ese corazón la muerte no entra.</span><br /><br /><br /></span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" ><span style="font-family:arial;">(Lima 1999-2008)</span></span><span style="font-size:100%;"><br /><br /></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:arial;"> </span></span><br /><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-2121336716303177122008-04-23T07:28:00.000-07:002019-09-03T05:01:07.868-07:00¿CENSURA, COPAMIENTO, MANIPULACIÓN?<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-weight: bold;">EL CIERRE DE <span style="font-style: italic;">MAPAMUNDI </span>Y <span style="font-style: italic;">VANO OFICIO</span></span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Por Alfredo Pita</span><br />Llegan del Perú noticias alarmantes sobre la divulgación cultural en la televisión nacional, divulgación que ya era pobre antes y que ahora amenaza sencillamente con desaparecer.<br />Hace un par de semanas se informó de la supresión, en el estatal Canal 7, del programa Mapamundi, de Guillermo Giacosa. Era un programa que intentaba educar al público, desarrollar su conciencia crítica, ilustrar la marcha del Perú y el mundo, alertar sobre los riesgos y catástrofes que nos amenazan, señalar en ciertos casos la acción nefasta para la Tierra de las potencias irresponsables y criminales que moldean el presente y el futuro de la humanidad. Era un programa de lujo.<br />Además de manejar una pluma elegante y accesible, Giacosa, el más peruano de los argentinos, como lo llaman algunos en Lima (con el afecto con que en una época se hablaba en Buenos Aires de Hugo Guerrero Marthineitz, el Negro, "el peruano parlanchin"), es un excelente comentarista de la escena local y mundial. Es alguien que con gran sensibilidad y responsabilidad cívica ha hecho en la televisión, y sigue haciendo en la prensa, felizmente, un trabajo de divulgación ejemplar a partir de fuentes de información inaccesibles para la mayoría de peruanos,<br />El programa de Giacosa, en el casi desierto que para la cultura y la reflexión es hoy la televisión peruana (déjenme ser reiterativo), era pues un espacio esencial, imprescindible, vital diría sin miedo a exagerar, en nuestro triste panorama televisivo. Un plumazo burocrático lo ha borrado arguyendo peregrinamente que ahora Canal 7 necesita ahorrar.<br />Y ahora llega otra noticia lamentable. El programa literario Vano Oficio, del escritor Iván Thays, ha sido también suprimido esgrimiendo el mismo vacuo argumento.<br />Esto es más que un escándalo. En el caso de Giacosa, su programa le costaba al canal del estado la "astronómica" suma de... ¡7.000 soles! Y en el del espacio literario de Thays, el costo era tan mínimo que bien se podía decir, según algunas fuentes, que el conductor lo financiaba con su bolsillo.<br />El señor Iván Thays nunca fue santo de mi devoción. Lo conocí en 1999 en un encuentro de escritores que se realizó en Cusco, donde nos presentaron y tuvimos ocasión de dialogar, mal que bien, un poco. Luego nos hemos encontrado en otros lugares y cada vez él ha fingido no conocerme.<br />En Cusco, Thays promocionaba, junto con un amigo generacional suyo, su opción literaria, basada, creo, en la exploración de la vanidad, el ensimismamiento de los individuos y una feroz guerrita contra el "realismo" de la narrativa peruana. Esto nos hizo sin duda sonreír a algunos aquella vez, lo que explicaría sus posteriores actitudes hacia mí. Además, en 2005, en el congreso de narradores de Madrid, Thays fue quien recomendó a los escritores andinos imitar a Dina Paucar e irse a triunfar al Coliseo Nacional. Otro infantilismo, digamos.<br />Esto sin embargo no me impide reconocer que su labor en Canal 7, por discutible que fuera (muchos le reclamaban más apertura y pluralidad), ha sido un esfuerzo meritorio por llevar el libro y la escritura a los hogares peruanos; un intento notable por llevar el mundo de la literatura y la creatividad a un buen sector de nuestra ciudadanía, hoy más que nunca divorciada de la cultura por la tiranía de la ignorancia, la estolidez, la manipulación y la chabacanería que se han impuesto en nuestra televisión.<br />Los que sostienen que Canal 7 es un canal del estado y no un canal gubernamental, tienen toda la razón. La supresión de los programas de Giacosa y Thays ilustra, en forma alarmante, una política deliberada de recortar todo espacio a la información cultural. Sabido es que la cultura enriquece a las personas no sólo porque las prepara para el goce estético sino porque, fundamentalmente, las capacita para la critica, para una participación cívica superior. Esto al parecer perturba y enoja a algunas personas que detentan el poder en el Perú de hoy, a gente que ha decidido jugar a los "maquiavelos con carnet", con las consecuencias que ya vemos.<br />Protesto enérgicamente por estos actos antidemocráticos y de lesa cultura.<br />.<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-62239148507351220622008-04-01T06:55:00.000-07:002019-09-03T05:01:08.041-07:00LIBERTAD PARA MELISSA PATIÑO<div style="text-align: justify;"><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold;"></span><span style="font-size:100%;"><span style="font-weight: bold;">CARTA AL MINISTRO DEL INTERIOR</span></span></span><br /><br />París, 30 de marzo de 2008<br /><br />Señor Ministro del Interior:<br />Desde hace más de un mes, la joven estudiante y poeta Melissa Patiño se encuentra en la cárcel acusada vagamente de planear complots contra la seguridad de las cumbres diversas que este año van a realizarse en el Perú y también, al parecer, contra el orden democrático y la seguridad del Estado.<br />Las autoridades que han ordenado su detención, y me dirijo en primer lugar a usted, señor Ministro del Interior, no han aportado al conocimiento de la opinión pública la menor prueba que justifique el tratamiento que está recibiendo Melissa Patiño, quien está actualmente, me informan, en un pabellón para delincuentes comunes.<br />Esto es inaceptable, pues todo parece indicar que las acusaciones contra ella no pasan de ser un delirio exagerado, además de una flagrante violación de los más elementales derechos humanos.<br />Las autoridades del Perú, junto con velar por el respeto de los derechos humanos, deberían proteger la imagen que dan del país y ésta no gana encarcelando, sin pruebas, a poetas casi adolescentes.<br />Hoy tenemos que, en el Perú, se puede encarcelar a alguien por más de un mes sin más razones que vagas sospechas. Se acusa de terrorismo a alguien que no pasaría de ser una joven idealista con suerte (o mala suerte, según como se vea). Según sus propias explicaciones de joven estudiante, su viaje a Ecuador habría sido más fruto del azar que un deliberado empeño de ir a una cita política, puesto que ni siquiera milita.<br />En todo caso, el tener ideas determinadas, el acudir a eventos culturales, e incluso políticos, ¿es ahora un delito en el Perú? No quisiera generalizar, pero este tipo de excesos se emparentan extrañamente con el macartismo, y, si permitimos que esto prolifere en el país, mañana nadie estará a salvo de la caza de brujas.<br />Libertad para la estudiante y poeta Melissa Patiño.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Alfredo Pita</span><br />Dni 06519037<br /><span style="color: rgb(204, 204, 204);">.</span><span style="font-size:130%;"><span style="color: rgb(204, 204, 204);"></span><br /></span></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-31162280380718834872005-07-23T06:18:00.000-07:002019-09-03T05:01:08.201-07:00HEGEMÓNICOS Y MARGINADOS<div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold;">La polémica literaria peruana</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">EL FANTASMA DEL CONGRESO</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Por Alfredo Pita</span><br />El reciente Congreso sobre Narrativa Peruana de Madrid está haciendo correr en Lima ríos de tinta..., a falta de ríos de sangre. Tal vez habría que intentar calmar los ánimos y ver qué hay detrás de tanta acrimonia entre los escritores peruanos. El tema me interesa, al punto que acudí al evento con la idea de defender a ese segmento de la creatividad nuestra que se desarrolla en el extranjero y que no siempre suscita la acogida ni el interés de parte de la crítica y de los medios peruanos. Entre nosotros, el caso de ostracismo interno más conocido es, ya se sabe, el de Manuel Scorza.<br />También iba divertido por un hecho anecdótico. Intentando documentarme, días antes había caído sobre una historia abracadabrante. El Congreso se iba realizar en el Palacio de Linares (hoy Casa de América), casona madrileña del s. XIX, levantada por nobles españoles cuya fortuna era de origen indiano. Allí, se dice, vivieron dos hermanos que sin saber que lo eran se casaron y tuvieron una hija. Al revelarse la verdad, la niña terminó en un hospicio bajo el nombre de María Rosales y la madre, Raimunda, murió ahogada en el pozo del jardín. Los fantasmas de la muchacha y de la madre, en todo caso, se quedaron llorando en los salones y corredores de la mansión, que con el tiempo fue abandonada. En los últimos años, serísimos "expertos" españoles han logrado incluso grabar la voz de alguien que clama por su madre (ver internet). No estaba mal, me dije, el Congreso se iba a realizar en una casa encantada, en la Casa Matusita de la capital española.<br />En el Congreso se escuchó algunas ponencias notables que fueron para mí más que ilustrativas, pero el barullo de una contienda soterrada se fue apoderando poco a poco del colectivo peruano, ganado por la impronta cainita de una polémica absurda. Inevitablemente tuve que convencerme de que sí, de que había fantasmas en esos salones cubiertos de pan de oro, en esos corredores oscuros y en esas escaleras de mármol. Pero no se trataba de la quejosa María ni de su madre, sino de fantasmas peruanos. Los habíamos traído nosotros, incapaces de vivir sin ellos. Habían tomado el avión a nuestro lado y estaban allí, con "jet lag", pero no por ello menos perniciosos, ululando, desbocados, alentando nuestra singular capacidad para la autodestrucción.<br />Los términos de la polémica son conocidos, pero se pueden resumir diciendo que en apariencia ambos campos se disputan la representatividad de la literatura nacional. El fondo es muy otro, es el desprecio. La rencilla surgió en Madrid en dos momentos en que el lado oscuro del ser nacional apareció mostrando sus temibles colmillos. Fueron dos instantes que giraron en torno a la exigencia de ciertos escritores peruanos, jóvenes, procedentes de los sectores socialmente deprimidos y/o provincianos, de poder darse a conocer, de tener espacios donde publicar, de ser criticados con equidad, de poder existir, en fin, como creadores. En Lima, dicen, un grupo de escritores de clase media alta, se ha instalado en el pináculo del "establishment" cultural y, cual moderna Sociedad de Auxilios Mutuos, aviesamente lo gobiernan. Una desequilibrada situación que cuestionan.<br />El primer momento se dio cuando un escritor amazónico previno al público de que la literatura peruana que se conocía era sólo "una máscara" y que detrás estaba la nueva, rica, andina, regional, "verdadera" literatura peruana de hoy. El segundo se produjo dos días después, cuando, respondiéndole, un escritor y animador de televisión de la capital peruana dijo que todos aquellos que se quejaban debían tomar como ejemplo a Dina Páucar y a Chacalón, ganarse o crearse su propio público y, eventualmente, hacerse millonarios. En otras palabras, los descontentos debían irse a sus barrios, o barriadas, con los que les eran semejantes y que no molestasen. Era como si alguien, en el pasado, le hubiera dicho a José María Arguedas que debía limitarse a buscar el público del "Jilguero del Huascarán". Este argumento fue retomado luego por un escritor cuajado, lo que era más grave pues era la consagración del dislate y el desencuentro. Algo olía mal en el Palacio de Linares mientras algunos lanzaban al aire palabras altisonantes e incluso insultos, más que abusivos, contra un crítico ausente. Era el pútrido olor del peor fantasma que recorre el Perú desde hace siglos, que ha endemoniado a nuestra sociedad y que no nos permitirá ser una nación entera hasta que acabemos con él: el racismo, el rechazo del otro, del semejante, la incapacidad para escucharlo, para entenderlo y, por lo tanto, para respetarlo. Estábamos pues ante nuestra más grave falla, ante los efectos perversos del "apartheid" nacional que no por vergonzante y nunca enunciado ha corroído menos nuestra alma colectiva.<br />A esto se refirió, creo, Miguel Gutiérrez en su tan mal interpretado discurso de clausura, cuando tras decir a los escritores regionales que de lo que se trataba era de escribir bien y no de estar esperando mayor espacio en la prensa, fue más allá. El novelista habló de nuestra alienación entrecruzada, colectiva. Tocó algo muy grave, esencial, al punto que al evocarlo la emoción lo obligó a interrumpir su mensaje, que estaba siendo una parábola contra el racismo y el desprecio social. Contó que cuando entró a la Universidad Católica, a comienzos de los años 60, a un medio social que debía ser difícil para un joven estudiante provinciano, conoció a un muchacho alto, extraño, que rápidamente se convirtió para él, y sin razones, en una persona antipática, insoportable. Hasta que un día lo encontró en un recital de poesía. El antipático era poeta, y de los buenos. Era Javier Heraud. Gutiérrez no pudo continuar. El mensaje, sin embargo, estaba claro. Y no era sólo para los muchachos andinos, ni para sus contrincantes, los muchachos de los barrios elegantes, sino para todos. Los peruanos tenemos que terminar con los prejuicios sociales, con las exclusiones, con el racismo que no nos dejan existir como seres humanos dignos.<br /><br /><span style="font-size:85%;">* Artículo publicado en la revista Caretas (ed. 21.07.05)</span><br /><span style="color: rgb(204, 204, 204);">.</span><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-29124338916861420432004-08-10T06:47:00.000-07:002019-09-03T05:01:08.366-07:00EL ROBO DEL CADAVER DE ARGUEDAS<div style="text-align: justify;">La República - Lima, 5 de julio de 2004<br /><br /><span style="font-weight: bold;">CONTRA LA NECROFAGIA</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Por Alfredo Pita</span><br />El secuestro, el robo del cadáver de José María Arguedas (porque esto es exactamente lo que ha ocurrido y no otra cosa, puesto que no se respetó la voluntad de la viuda ni de otros familiares inmediatos del extinto) es un hecho desolador y bochornoso, necrófago, impensable en cualquier lugar civilizado del mundo, incluso en el Perú caótico y desmadejado de hoy. Los que a escondidas han cometido la fechoría aparentan haber actuado así por fidelidad a la memoria del escritor, pero se olvidan que éste nunca pidió este retorno infeliz, forzado o no forzado, a su tierra.<br />Es más, en su hora postrera, José María instruyó con minucia y detalle sobre cómo quería que fueran sus exequias (obviamente en Lima, lo queramos o no la ciudad de "todas las sangres" donde él se hizo maestro y creador). Y, sabiendo lo que él representaba para los otros, reclamó la compañía final de la juventud, de los trabajadores y del pueblo peruano en general, no una ceremonia particularista, regional, excluyente, en la que involuntariamente sus restos, su imagen y su memoria se convierten en "patrimonio" de sólo unos cuantos.<br />La verdad de todo esto es que algunos muertos no tienen suerte y no siempre descansan de verdad en paz, como merecerían, porque siempre habrá algún vivo que intentará aprovecharse de sus despojos con inconfesables fines. El respeto, la memoria, la fidelidad son los pretextos. Lo que mueve en realidad a los violadores de tumbas es intentar lucrar con el muerto, apropiarse de unas hilachas de su gloria, granjearse el beneficio inmediato que da la polémica y el escándalo para convertirlos luego en ganancia política, electoral, en clientelismo de club regional, en componenda y compadrazgo de chichería.<br />Lo afirmo rotundamente, José María Arguedas nunca estuvo de acuerdo con estas mojigangas, que se lo pregunten a Máximo Damián, a Racila Ramírez, a Jaime Guardia, y a otros de sus amigos más cercanos, apurimeños o ayacuchanos, huancaínos o chimbotanos. No a los notables de hoy, que sin haber leído al maestro, y menos haber meditado en lo que fue su combate esencial, se han permitido tocar sus restos para medrar con su nombre.<br />Otro gran escritor peruano, César Vallejo, descansa tranquilo en París, protegido por la distancia y la lápida que su viuda puso sobre su tumba, en el cementerio de Montparnasse: "César Vallejo, que siempre quiso descansar aquí". Pero protegido sobre todo por el tino y el buen entendimiento que los peruanos, gobernantes y lectores de toda edad, siempre han tenido de que él está bien donde está porque su vida fue como fue y su agonía y muerte fueron como fueron. Ningún político de alta o poca monta tiene derecho a hacer discursos al respecto y menos a sacar tajada de su sueño final, sobre todo después de que el poeta nunca recibiera, en vida, muestras de mayor consideración oficial. No me cuesta mucho imaginar el conflicto que se armaría si a algún robacadáveres o traficante de huesos célebres se le ocurriera intentar alterar el reposo del santiagochuquino universal.<br />José María Arguedas, el amigo y maestro de mi generación -al que cantando y llorando, esa tarde terrible de diciembre de 1969, llevamos hasta El Ángel en una multitudinaria manifestación que lo hubiera reconfortado-, no ha tenido esta dicha y sus restos están ahora embarcados en un insomne e involuntario periplo, en manos de una banda de señores de pueblo, de esa laya de "principales" que él siempre aborreció.<br />Pido a las autoridades peruanas, a las más altas en particular, que pongan cuanto antes término a este atropello carnavalesco que nos cubre de vergüenza a todos los que queremos a nuestro país y a sus mejores hijos. Los responsables políticos del Perú, en todos los escalones, más harían por el futuro de la patria, por nuestra juventud y nuestro pueblo, protegiendo la lectura, editando libros en forma masiva, divulgando intensamente la obra de Arguedas, de Vallejo, de Alegría, de Scorza, etc., que dedicándose a, o permitiendo, la necrofagia y otros siniestros excesos.<br /><br />París, 2 de julio de 2004<br /> <br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6408691339008199866.post-19011937727213402622004-07-28T06:31:00.000-07:002019-09-03T05:01:08.530-07:00UN VIAJERO EN INVIERNO<div style="text-align: right;">La República - Lima, 25 de julio de 2004</div><div style="text-align: justify;"><br /><span style="font-weight: bold;">Por Alfredo Pita</span><br />Alguien tocó el timbre y acudí a la puerta, aquella noche de invierno, cerca de Navidad, hace unos diez o doce años. Abrí y ante mí apareció, en la luz pálida del rellano, la silueta de un hombre alto, fatigado, con dos maletas a su lado. En medio de mi sorpresa lo reconocí de inmediato, por su delgadez, por su talante, por sus extraños ojos claros. Era Alfredo Torero.<br />Vivía entonces, con mi familia, en el sudeste de París, en el "sudeste asiático", como lo llamaba yo por la gran cantidad de vecinos vietnamitas y camboyanos que nos rodeaban. Alfredo no me había escrito, ni llamado por teléfono. Se presentó así, como varado por un naufragio, en un puerto que suponía hospitalario y protector, mi casa. Sobre esto no se equivocaba.<br />No habíamos sido amigos antes, pero lo éramos. Ambos habíamos compartido un privilegio inmenso: el haber estado cerca a José María Arguedas, él en su condición de ser uno de sus mejores amigos, sino el mejor, y yo en la del amigo joven, la del vago discípulo, el poeta sanmarquino al que la bondad de José María y de Sybila les había hecho ahuecar un espacio en su afecto y en su casa.<br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZNfmeRoTaTFOUJ-MOHcmpqWm-FjyYlnWOXHiqCCP_vmrx5ieePN4XnynopSWeivLiQAu5WiVMxn7FqMNVfMKOslcLV2DffKFgXhGcT6rrqM1zk-DugBwNx7VN7l-uJtZB905IZ17kUXE/s1600/Alfredo-Torero-en-Amsterdam.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5661120215176983618" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZNfmeRoTaTFOUJ-MOHcmpqWm-FjyYlnWOXHiqCCP_vmrx5ieePN4XnynopSWeivLiQAu5WiVMxn7FqMNVfMKOslcLV2DffKFgXhGcT6rrqM1zk-DugBwNx7VN7l-uJtZB905IZ17kUXE/s400/Alfredo-Torero-en-Amsterdam.jpg" style="cursor: hand; cursor: pointer; float: left; height: 260px; margin: 0 10px 10px 0; width: 300px;" /></a>Lo conocía, pues, de lejos. Incluso diría que lo conocía bien porque en Los Angeles (Chaclacayo), en la mesa de los Arguedas, llena de fruta, choclos, queso fresco, locros y otros guisos serranos, su nombre aparecía con frecuencia, evocado por José María, o por sus amigos, con esa difusa, secreta admiración que suscitan los verdaderos hombres de conocimiento. Porque Alfredo Torero, el lingüista y quechuólogo, era uno de esos sabios que raramente el Perú produce y más raramente ayuda o alienta.<br />En casa se quedó unos diez días. Dormía poco y, por la mañana se quedaba largamente en la cama. Olga se ocupaba de él con el afecto que se da a los parientes lejanos que de algún modo se conoce y se quiere. Estaba cansado, enfermo (deprimido, me decía yo para mis adentros), devastado por lo que le acababa de ocurrir, por la destrucción del mundo, de su mundo. Sus opciones políticas lo habían acercado a gente vinculada al terrorismo y él los avalaba. Perseguido, amenazado durante el fujimorato, había tenido que partir al exilio, y en el exilio se daba cuenta, de pronto, no solo de su orfandad sino también de la relatividad de algunas de sus creencias e ideas. Las buenas intenciones que adoquinan el infierno, ya se sabe.<br />No cejaba, sin embargo, en su convicción profunda (que yo compartía, por supuesto, aunque apuntando a otros medios) de que el Perú no podía ser para siempre el horror que había parido la Historia, en el que sólo una franja escasa de la sociedad vivía una vida digna de ese nombre, mientras el resto sobrevivía como podía con el pie del desprecio y el hambre en el cuello. En largas noches, después de la cena, conversábamos sobre nuestro país y nos desesperábamos el uno al otro tirándonos a la cara la inviabilidad, o el angelismo, de nuestras respectivas recetas o soluciones.<br />Alfredo no quiso quedarse en Francia, donde le hubiera sido fácil conseguir trabajo por sus conocimientos, su nivel académico y sus relaciones. Eran los últimos tiempos del régimen de Mitterrand y yo tenía, por entonces, algunos amigos con influencia como para gestionar su permanencia en el país. Prefirió irse al norte de Europa, como si algo lo motivara a acentuar aún más su aislamiento y su soledad.<br />En Amsterdam ha vivido y trabajado en estos años sin que a nadie, en las alturas del poder en el Perú, se le ocurriera que quién sabe había llegado el momento de separar el grano del salvado y de reintegrar al país a un gran talento, a un investigador, a alguien que tenía, por sus conocimientos científicos, mucho que enseñar a los nuevos peruanos. A un hombre que, en todo caso, nunca le hizo daño a nadie.<br />Sabía, por amigos comunes, que sus males se acentuaban, que la ceguera lo amenazaba, que en Lima sus amigos hacían gestiones, y me indignaba preguntándome hasta cuándo, los que hablaban del Quinto Suyo, no iban a tener la inteligencia de perdonar y reintegrar a la patria a este peruano esencial. No pasó nada.<br />Hace poco, los amigos comunes me informaron de que el final se precipitaba para él, de que ya era tarde para nuevas gestiones, públicas o privadas, para repatriarlo. Así, en esas condiciones, Alfredo Torero emprendió un último y terrible viaje, hacia Valencia, en el sur de España, para morir cerca de su hermana, cerca de un pedazo de su familia y su país, de ese país que llevó en todos esos años de destierro clavado en el corazón.<br />Hoy no queda sino el consuelo improbable de los homenajes póstumos. Descansa en paz, viajero del invierno, del invierno de la incomprensión y la intolerancia.<br /><br />París, 15 de julio de 2004<br /><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0